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Eduardo Verástegui, ‘Sonido de libertad’ y la presidencia de México

Verástegui promueve una agenda sin dobleces: la defensa de la fe y libertad religiosa, de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural, de la familia natural, de la propiedad privada, de la patria, en contraposición al progre-globalismo, que impulsa el aborto, el supremacismo LGBT+ y feminista, la ideología de género, la complacencia de un estado mega asistencialista, y el desprecio o animadversión al cristianismo.

Artículo de opinión del escritor Raúl Tortolero publicado en el Diario La Gaceta

Eduardo Verástegui, ‘Sonido de libertad’ y la presidencia de México

Eduardo Verástegui está por decidir si va a contender por la presidencia de México. Estoy seguro de que sí se va a lanzar, porque hoy es la única opción que representa a la nueva derecha, al conservadurismo —muy extendido en México, en especial en el Bajío y en el norte—, y es una semilla importante del nacimiento de un nuevo partido para 2025, cuando la ley lo permite.

Verástegui promueve una agenda sin dobleces: las siete defensas establecidas en el CPAC 2022 México (Conservative Political Action Conference), planteadas por quien esto escribe y suscritas en el evento como fruto del consenso en un esfuerzo de síntesis: la defensa de la fe y libertad religiosa, de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural, de la familia natural, de la propiedad privada, de la patria (frente al progre-globalismo y al neo colonialismo del Dragón Rojo), de las libertades y de los derechos universales.

Todo esto, muy cercano, coincidente, con lo que propone Vox y Santiago Abascal, y lo planteado en la Carta de Madrid y otros documentos importantes.

Hoy los partidos en México —los oficialistas cercanos a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su socialismo blando—, tanto como los «opositores», comparten penosamente una misma agenda: el impulso al aborto, el supremacismo LGBT+ y feminista, la ideología de género, la complacencia con un estado mega asistencialista, y el desprecio o animadversión al cristianismo.

Dicho de otra manera, la pelea entre quien quede como el candidato de AMLO (muy posiblemente Claudia Sheinbaum, la exjefa de gobierno de la Ciudad de México), y la marxista-trostkysta-supremacista progresista Xóchitl Gálvez como ariete de una oposición fake que aglutina varios partidos, es una contienda entre puros progresistas, vestidos con ropitas de diversos colores.

Hay que decirlo. En México no hay ninguna «derechita cobarde»: el partido Acción Nacional (PAN) se ha convertido en una cueva de militantes progresistas. Ni a derecha llega. Por eso es necesario que Verástegui compita. ¿Pero quién es este personaje? Eso es lo más interesante: su crecimiento, la estructuración de su liderazgo ya en sí mismo representa una crítica, un camino alterno al de un «político profesional», convencional.

Acostumbrados a que un candidato presidencial tiene antes que haber sido por lo general diputado, senador, alcalde o gobernador, Verástegui representa un cambio profundo desde la forma en que ha construido su liderazgo, ya que viene de un activismo ciudadano puro y duro.

Es decir, su carrera no ha sido definida en términos de puestos públicos, no ha andado buscando «hueso» político como funcionario, sino que ha ido directo a atender y resolver algunos de los problemas más trágicos y sensibles de la sociedad, como es el tráfico de niños para su explotación sexual.

A través de conferencias, y sobre todo mediante el cine, Verástegui ha puesto sobre la mesa este tema exponiendo casos reales para abrirnos los ojos, y generar soluciones.

Su filme Sound of freedom (Sonido de libertad) ha recaudado ya más de 100 millones de dólares y vencido en taquilla a Indiana Jones y a Misión Imposible en Estados Unidos. Es la agenda de salvar vidas de los niños, mientras por ejemplo se exhibe Barbie, con una agenda trans y supremacista feminista.

Sonido de libertad es la más reciente de las películas de Verástegui, todas ellas promotoras de los valores fundacionales de Occidente, los cristianos, y está creando un movimiento social internacional contra la trata de menores.

El presidente Trump la exhibió en su club de golf en New Jersey el 19 de julio y conmovido por el esfuerzo para rescatar a lo más sensible de nuestra sociedad –los niños–, conversó cuatro horas con Verástegui y luego anunció que cuando regrese a la Casa Blanca promoverá la pena de muerte para los traficantes de menores.

Verástegui fue la cabeza del programa Prosperidad hispana en la Casa Blanca, con Donald Trump, por lo que cuenta con esa experiencia gubernamental.

Trump abrazó a Verástegui y le dijo que podía ser presidente de México

El presidente 45 de Estados Unidos tiene al Partido Republicano en la bolsa y va 30 puntos arriba de otros de cara a las elecciones, pero tiene por encima de eso a MAGA (Make America Great Again), el movimiento de sus 75 millones de votantes, por lo que Verástegui cuenta con el respaldo de todo ese bloque y de los mexicanos que votan desde Estados Unidos en las elecciones mexicanas.

¿Quién sería el candidato de Biden y sus dems? Da igual, porque Xóchitl Gálvez, la opositora fake, o Sheinbaum, son gemelas de agenda progre-globalista, de nueva izquierda. El contrapeso real es Verástegui.

Cineasta y actor, de joven cantante también, proviene de las filas de la más auténtica ciudadanía, y del activismo conservador, con lo que podemos visualizarlo en la línea del presidente Ronald Reagan, que fue actor, y obviamente del propio Trump, estrella de reality shows además de empresario constructor.

Mientras los políticos de carrera se han dedicado a hacerse expertos en tráfico de influencias, desvío de fondos a las cuentas de sus prestanombres, e incluso a amafiarse con el crimen organizado, Verástegui ha luchado décadas por causas sensibles y justas.

Muy importante es que tenemos en él además a un católico sin complejos que reza públicamente el rosario ante sus redes sociales, y pone a Dios como centro de la vida, con lo que logra superar el legado maldito del anticristianismo y anticlericalismo de la revolución francesa, y el juarismo y callismo mexicanos, tan omnipresentes y que son el estándar absurdo de la praxis política hoy en día, acentuada por un AMLO socialista.

Hace unos días, Verástegui dio a conocer un vídeo en el que anunció que «el PAN ha muerto», con lo que se presenta como quien puede agrupar en torno a él a todos los conservadores del país —decepcionados ante el fracaso ideológico de algunos prominentes panistas—, y a otros ciudadanos conservadores, ya hartos de partidos mafiosos.

Así que el retorno de Dios a la cultura, y de los valores tradicionales a la política está ya cantado con la llegada de Verástegui: México, un país con 88% de cristianos, que deben dejar de ser ramas que lleva el río, para ser activistas, soldados de Dios. El 2024 nos espera.

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