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Masonería y catolicismo son incompatibles

La antimasonería en la Iglesia Católica se ha convertido en una excusa que algunos usan para atacar a miembros de la iglesia, buscando chivos expiatorios, tratando de endosarles conspiraciones palaciegas, así vemos influencers youtubers vaticanistas acusando a todo cura reformista de masón, especulando sobre ritos masónicos que en nada es cierto lo que describen.

Se reitera que es inconciliable la pertenencia a las logias y la fe católica

Masonería y catolicismo son incompatibles

Masonería y catolicismo son incompatibles

En un artículo de  Esteban Oria expllica que la Iglesia Católica observa una amenaza en la masonería desde que cayeran las principales monarquías absolutistas en Europa, principalmente la de Luis XIV en Francia producto de la revolución francesa, así como los movimientos republicanos en Italia, todos liderados por masones.

Fue de ese modo que el papa Clemente XII, emite el 28 de abril de 1738 su encíclica papal In eminentiapostolatus, que prohíbe a los católicos participar en la masonería so pena de excomunión y se justificaba por su carácter secreto. “La bula tiene su origen en el aumento del número de miembros en asociaciones masónicas donde se defendían ideas que la Iglesia consideraba peligrosas para el mantenimiento de su poder”.

Se trata de una bula papal que aduce a una supuesta peligrosidad de la masonería, a quien responsabilizan de la caída de monarquías absolutas y por lo tanto la consideran una amenaza, que deberían «ser eliminados con prudencia”, destacaba el documento la obligación mediante juramento de lo que hacían. Y que esta actitud era incompatible con el poder político de varios estados, a continuación, les comparto parte de la bula:

“Hemos sabido sin duda alguna, y la fama pública nos lo ha confirmado, que algunas sociedades, juntas, conventos, colecciones, agregaciones o conventículos, llamados comúnmente de Liberi Muratori, o de Franc-masones, o con otro nombre propio de cada lengua, se extienden por todas partes, y adquieren todos los días nuevas fuerzas, en las cuales se asocian mutuamente los hombres de todas Religiones o Sectas, contentos con una especie aparente y afectada de honestidad natural; y así confederados con el vínculo más estrecho e impenetrable por las leyes y estatutos que ellos mismos se han formado, se obligan no solamente con el juramento más solemne tocando la Sagrada Biblia, sino también con gravísimas penas a ocultar con el silencio más profundo todo lo que ellos hacen y obran en secreto (…). Esta fama se extendió tanto, que en muchas naciones las potestades seculares tomaron desde luego la prudente y sabia resolución de proscribirlas y desterrarlas, como contrarias a la seguridad y tranquilidad pública de los Reinos (…). Y por otras justas razonables causas que nos mueven, (…). Queremos además y mandamos que los Obispos, Prelados Superiores y los demás ordinarios de los lugares, y también los inquisidores de la herética pravedad procedan e inquieran contra los trasgresores de cualquier grado, estado, condición, orden, dignidad o preeminencia que sean, y los prendan y castiguen con las penas correspondientes como vehementemente sospechosos de herejía; pues a todos y a cada uno de ellos les damos, y cometemos libre facultad para inquirir y proceder contra los mismos trasgresores, prenderlos y castigarlos con las penas que merecen, invocando para ello, si fuera necesario, el auxilio del brazo secular”.-

En marzo de 1751, Benedicto XIV promulgó Apostólica Providas, en la que reiteraba la condena, alegando otra vez que en las reuniones de masones se permitía la entrada de miembros que pertenecían a religiones distinta.

“Más una de las gravísimas causas de la sobredicha prohibición y condenación que se anuncia en la preinserta Constitución, es que se junta en estas sociedades o Conventículos los hombres de cualquier religión o secta que sean, lo que manifiesta bastante el gran perjuicio y ruina que puede causar a la pureza de la religión católica. La otra es el estrecho e impenetrable vínculo del secreto con que se oculta lo que hacen en estos Conventículos, (…) La tercera causa es el juramento con el que se obligan al secreto más inviolable, (…) La cuarta es porque estas sociedades no son menos contrarias a las leyes civiles que a las canónicas; pues por el derecho civil todos los Colegios y Sociedades establecidas sin la autoridad pública están prohibidas, (…) La quinta es que en muchas naciones han sido prohibidas y suprimidas por las leyes de los príncipes seculares las mencionadas Sociedades y Agregaciones. En fin la última es porque las mencionadas Sociedades y Agregaciones han sido reputadas por los hombres prudentes y buenos por malas, y juzgan que los que entran en ellas incurren en la nota de perversidad y de malicia”.

Acorde con la tesis doctoral “Militares y Masonería” presentada por Ezequiel Ignacio García-Municio de Lucas, en España durante 1752, el Padre Torrubia publicó el libro titulado Centinela contra francmasones. Discurso sobre su origen, instituto, secreto y juramento, donde denunció la existencia de 97 logias, él obtuvo esa información porque se hizo iniciar en una logia. Como consecuencia de sus actos millares de francmasones, cuyos nombres “constaban en la infame acusación de Torrubia, fueron presos y sometidos al tormento”.

Fray Torrubia sostuvo cinco cargos en contra de los masones: sodomitas, brujos, herejes, ateos y peligrosos para el Estado. “Para mayor glorificación de la fe y edificación de los fieles -dijo Torrubia- deberían ser quemados vivos en un ejemplar auto de fe”.

En ese tiempo buena parte de la Iglesia Católica representaba o formaba parte de una de las facciones en lucha, principalmente asociados con las monarquías absolutistas que a su vez eran regímenes totalitarios.

Se entiende, no solo el odio, sino el temor contra aquellos que lucharon por liberar esos países de las garras de las tiranías, batallas que ganaron a favor de la libertad y que principalmente fueron liderados por masones, no obstante, se sabe que muchos miembros del clero se habían iniciado en la masonería y estaban asociados a las ideas liberales, republicanas.

Uno de ellos temas más intransigentes para la Iglesia Católica es lo referente al ecumenismo religioso, la crítica de la iglesia sobre los masones es que ellos toleran otras religiones y credos, anteponiendo el interés general o colectivo al de la religión católica.

Lo cierto es que la masonería ha sido el principal motor histórico del ecumenismo, de hecho, está plasmada en la constitución de Anderson, manuscrito elaborado con el fin de dar cuerpo a la masonería especulativa, se dice que su autor James Anderson fue elegido por poseer virtudes intelectuales excepcionales, un título de doctor en filosofía, y otro de predicador presbiteriano con excelentes relaciones los masones católicos irlandeses, anglicanos ingleses y presbiterianos escoceses, de modo que su pensamiento sincrético, podía dar vida a un cuerpo colegiado de normas y reglamentos lo suficientemente amplio para lograr una aceptación general.

Anderson se valió de documentos de los antiguos masones operativos como el Poema Regius (1390), el Manuscrito Cooke y las antiguas constituciones góticas para elaborar lo que sería el documento base de la masonería especulativa, se trataba de reglas, en el caso del ecumenismo, citamos lo que dice las constituciones de Anderson:

“Lo que se refiere a Dios y a la religión. Todo masón está obligado, por vocación, a practicar la moral: y si comprende bien el arte, nunca se convertirá en un estúpido ateo, ni en un libertino irreligioso. Pero aun cuando en los tiempos antiguos los masones estaban obligados en cada país a ser de la religión de ese país o nación, cualquiera que fuera, hoy se cree más oportuno obligarle solo a la religión en que todos los hombres están de acuerdo, dejando sus particulares opiniones para ellos mismos, esto es, ser hombres buenos y leales, hombres de honor y honestidad, cualquiera que sea la confesión o creencias que la distinga. De este modo, la masonería se convierte en el centro de unión y el medio para establecer la verdadera amistad entre personas que, de otro modo, habrían permanecido distantes entre sí para siempre”.

No es casualidad que muchos de los valores de la masonería hayan sido acogidos y plasmados en el Concilio Vaticano II, trescientos años después de las primeras encíclicas condenatorias, finalmente la Iglesia Católica realiza profundos cambios que apuntan hacia el ecumenismo y la fraternidad.

Algunos han llegado a afirmar que el fallecido papa Juan XXIII, cuyo nombre era Angelo Roncalli, fue iniciado en la masonería turca, lo cierto es que no hay ningún documento que le confirme, pero en masonería todo puede ser posible debido al secreto argumentado bajo la sospecha de proteger y guardar la vida, y es el caso de personajes del nivel de cardenales u obispos masones, lo cierto es que el Papa fue duramente criticado desde las alas más conservadoras de la Iglesia por su rol mediador.

Algunos en el clero han denunciado que durante el mandato como cardenal de Angelo Roncalli se dio el nombramiento del barón Yves Marsaudon, grado 33 de la masonería, como jefe de la rama francesa de los Caballeros de Malta en Francia.

Entre los pecados que la Iglesia Católica le atribuye a los masones están, en el caso de León XIII, están que la masonería era naturalista. En el Código de Derecho canónico de 1917 se cita que los católicos asociados con la masonería están: automáticamente, es decir, excomulgados, privados del matrimonio en la Iglesia Católica, excluidos de las asociaciones católicas, privado de los ritos funerarios católicos, invalidado del noviciado,  invalidado la recepción del jus patronatus personal, con penas adicionales contra el clero, los religiosos y los miembros de institutos seculares.

Fue durante el Concilio Vaticano II que la Iglesia Católica comenzó una evaluación comprensiva de la masonería. A lo largo del jubileo de 1966, el papa Pablo VI concedió a todo confesor la facultad de absolver las censuras y penas del canon 2335 del CIC de 1917 incurridas por los penitentes que se apartaron por completo de la asociación masónica y se comprometió a reparar y prevenir, en la medida de lo posible, cualquier escándalo y daño que causaron.

A principios de 1968, The Tablet informó que fuentes del Vaticano «habían sido citadas diciendo que los católicos ahora son libres de unirse a los masones en los Estados Unidos, Gran Bretaña y la mayoría de los demás países del mundo. Sin embargo, la Logia Europea de Masones del Gran Oriente, establecida principalmente en Italia y Francia, todavía se considera anticatólico o, al menos, ateo».

La nueva actitud de la Iglesia se pudo materializar durante el Concilio II, con Juan XXIII donde hubo un intento de materializar cambios en que el Código de Derecho Canónico de la Iglesia, redactado en 1918, para anular la condena papal que establece la excomunión automática de los católicos ‘que se inscribieran en la secta masónica o en sociedades secretas que conspirasen contra la Iglesia o las autoridades legítimas’.

Las fuentes del Vaticano de ese tiempo se comprometieron a cambiar la redacción con el fin de modificar la posición de la Iglesia cuando se completara el nuevo Código de Derecho Canónico. Pero eso no sucedió, se produjo una fuerte reacción dentro del colegio cardenalicio en el ala conservadora dentro del Vaticano, que terminó con bloquear dichos cambios. Al final negaron que tuvieran la intención de “cambiar profundamente» su histórica prohibición de que los católicos se unieran a grupos masónicos, pero señalaron que «se consideraba posible un cambio de actitud en el futuro».

En Viena, en 1968, el representante de la Gran Logia de Austria Karl Baresch estableció un canal de conversación informal con el cardenal Franz König, presidente del Secretariado para los No Creyentes. Más tarde, una comisión de representantes de la Iglesia Católica y masónica condujo un diálogo y produjo la Declaración de Lichtenau de 1970.

El papa Pablo VI, sucesor de Juan XXIII, continuó el Concilio II iniciado por Juan XXIII, se observaron avances en las relaciones entre la Iglesia Católica y la masonería. En 1971, el obispo Daniel Pezeril, obispo auxiliar de París, aceptó una invitación de la Grande Lodge de France para dar una conferencia. Esta fue la primera recepción oficial de un obispo católico después de 1738.

En 1974 la Congregación para la Doctrina de la Fe instruyó a los obispos que el canon 2335 de 1917 CIC «ya no prohíbe automáticamente a un católico ser miembro de grupos masónicos», ya que está sujeto a una interpretación estricta, y que «un católico que se une a los masones es excomulgado solo si la política y las acciones de los masones en su área son conocidos por ser hostiles a la Iglesia».

El papa Pío VI se dirigió a la apertura al mundo, al modernismo, los masones y la democracia. Con la concreción del Concilio II, la Iglesia Católica entendió la diversidad existente en el mundo, incluyen la masonería, y aceptó el hecho que muchas logias son visitas y concurridas por católicos practicantes.

Luego con la llegada de Juan Pablo II y el cambio en la prelatura del Santo Oficio, con el arribo del cardenal Ratzinger, se retornó a la vieja interpretación sobre los masones, reviviendo las bulas papales y el odio hacia los masones.

Salió publicada en el diario El País, una declaración fechada el 6 de noviembre de 1984, en la que el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, máxima autoridad doctrinal de la Iglesia Católica después del Papa, ha arremetido contra los resultados del Concilio Vaticano II”. Aunque la vuelta de las condenas de los masones no implicó explícitamente una  persecución, sin embargo, el hecho que la prelatura haya expuesto a los masones a bulas papales con más de 200 años de antigüedad, dejó abierta las expuestas para la cacería de brujas dentro y fuera del Vaticano, en YouTube pueden verse infinidad de videos de youtubers católicos denunciando la falsa conspiración judeo-masónica que tanto dolor y muertes provocaron en el pasado durante las persecuciones fascistas y nazis de masones, recordando los viejos temores de la España franquista o de la Alemania nazi.

El papa Francisco no se ha pronunciado sobre las encíclicas papales condenatorias de masones, nada justifica mantener el ataque de la Iglesia Católica a la masonería.

En la actualidad son más los puntos de acuerdo que las divergencias, habida cuenta de los cambios producidos en el mundo con el advenimiento de las Naciones Unidas, el reconocimiento de la ciencia, separación de poderes, derecho de las minorías e innumerables ideas, principios y leyes que son no sólo aceptadas sino promovidas tanto por la Iglesia Católica como por la masonería.

Mantener la vigencia de las bulas papales contra la masonería, solo han conducido a una interpretación errónea por los fieles y por lo tanto se puede interpretar como discriminación hacia los masones, es bastante perjudicial y pudiera gente inescrupulosa entender estas condenas del mismo modo que lo hicieron los fascistas o los nazis.

Masones católicos

La masonería tiene un porcentaje de sus miembros creyentes en la fe católica, muchos de ellos provenientes de los países de América del Sur.

Lo que en la práctica es un hecho es la presencia de curas en logias masónicas. Recientemente la prensa internacional reseñó la noticia sobre la participación de un obispo italiano en la apertura de una Logia Masónica en Terni, Italia. Se trata de monseñor Francesco Soddu, obispo de Terni.

El gran maestro de la Gran Logia Regular de francmasones antiguos, y aceptados de Italia al momento de dar su conferencia, comienza explicando lo que considera es la relación entre la francmasonería y la Iglesia Católica. “Si examinamos los documentos a nuestra disposición y si miramos los contrastes de la asumida incompatibilidad entre la Iglesia Católica y la francmasonería, tendremos la impresión de encontrarnos en presencia de una comedia de errores”, indicó Venzi.

Probablemente en la actualidad el principal punto de discordia entre masonería e iglesia pudiera resumirse en la concepción de la educación, siendo los masones tradicionalmente ligados a la defensa del laicismo.

Sin duda, es un debate abierto, pero también una oportunidad para avanzar en una vía común que mejore la sociedad.

En 2013, la Gran Logia de España lamentó el cese de un sacerdote francés por su pertenencia a la masonería, y enviaron una carta al papa Francisco remitiendo a sus propias palabras explicando que «unidad no significa uniformidad sino armonía en la diversidad». Para hacer contexto, el sacerdote católico Pascal Vesin había sido destituido por la Santa Sede por «negarse a renunciar a la masonería». Su obispado le había advertido contra su «participación activa» de la Logia del Gran Oriente de Francia. En una nota de prensa de elplural.com “El sacerdote Vesin se había mostrado públicamente a favor de que los sacerdotes se casen y no apoyó las manifestaciones católicas en París contra el matrimonio homosexual”.

La antimasonería en la Iglesia Católica se ha convertido en una excusa que algunos usan para atacar a miembros de la iglesia, buscando chivos expiatorios, tratando de endosarles conspiraciones palaciegas, así vemos influencers youtubers vaticanistas acusando a todo cura reformista de masón, especulando sobre ritos masónicos que en nada es cierto lo que describen.

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