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La cacería: operación Caracas

Chile hoy ya no garantiza ser el asilo contra la opresión. Ya no somos ese oasis en la región y la dignidad prometida por el octubrismo gobernante tampoco llegó

La cacería: operación Caracas

La cacería: operación Caracas

La copia feliz del Edén no lo está pasando bien ante una cultura violenta que ataca a sangre fría con distintos propósitos y lugares, desde un asalto doméstico a la ejecución por encargo de un refugiado político. Hoy nuestro himno resuena constantemente, la tumba de los libres se ha multiplicado más allá de los números y de los casos de los tenientes: Ojeda y Sánchez. Están muriendo inocentes anónimos.

Chile hoy ya no garantiza ser el asilo contra la opresión. Ya no somos ese oasis en la región y la dignidad prometida por el octubrismo gobernante tampoco llegó. Allende los andes el león ruge desde las cenizas.

El teniente Ojeda fue ejecutado planificadamente, un atentado a nuestra seguridad interior y fronteriza organizado a miles de kilómetros bajo una orden premeditada con etapas de: secuestro, ejecución y ocultamiento del cuerpo.

Los ejecutores contaron con información relevante y ayuda interna. Lo llamativo es que desde el primer minuto el Partido Comunista (PC) pidió no relacionar a priori a Caracas con lo sucedido, en paralelo, el presidente Boric se mantuvo en silencio hasta esgrimir a pito de nada la existencia de un anticomunismo visceral.

Hoy tras las diligencias del fiscal de turno queda en evidencia la conexión internacional con lo sucedido con el opositor y refugiado Ojeda; seguramente el fiscal será acusado desde el PC y el palacio de: “anticomunismo”. Ese mismo PC que no estuvo de acuerdo en realizar en el Congreso una sesión secreta sobre el caso Ojeda, porque al parecer el exteniente opositor a Maduro es un ejecutado de segundo orden para la izquierda en el gobierno, su vida vale menos.

La izquierda (PC y FA) y el presidente Boric están más preocupados de los muertos en otros lugares del mundo, que de los propios, denuncian y castigan desde el lenguaje y gestos comunicacionales incluso diplomáticos a sus rivales ideológicos; hoy Israel se encuentra sin el embajador respectivo en una zona compleja y de tensión en aumento; en tanto, el embajador Gazmuri regresa prontamente a la Venezuela de Maduro, un país que no es del todo relevante en las relaciones internaciones de Chile, ni en tratados, ni acuerdos comerciales, más bien representa un problema y el embrujo guerrillero cubano-socialista cual flautista de Hamelín.

La principal exportación no tradicional que llega a Chile es de cientos de migrantes anónimos e irregulares, de los cuales ni siquiera sabemos sus antecedentes penales previos, migrantes que prefieren ingresar y vivir irregularmente.

Se está incubando una molestia hacia el extranjero que conviene tener en consideración.

Caracas nos mira bastante en menos ante un presidente inmaduro. No se trata de culpar y de expulsar a todos los extranjeros, pero los indocumentados deambulan libremente, hacen y deshacen, se cambian los nombres, delinquen, salen y regresan ilegalmente, se organizan para delinquir y levantan pequeños emprendimientos en los cuales mayormente no ves a clientes ocupar sus servicios, incluso se muestran molestos ante los empadronamientos y controles preventivos.

Lo más delicado es que los irregulares llegan a Chile con su papel de antecedentes en blanco, Caracas niega la información y colaboración, nos trasladó todo el problema con sus connacionales, al parecer al arrancar de Venezuela ya no son del interés de la dictadura de Maduro, salvo que seas un objetivo para los servicios secretos de Caracas y cuentes con cortinas de humo levantadas por el PC, un PC maduro en estos temas.

Los indocumentados son un problema real, deambulan como fantasmas armados y viven sin dios ni ley.

Ese es el contexto de lo sucedido con el teniente Sánchez, un nuevo mártir de carabineros que cumpliendo con su deber fue acribillado por una banda de extranjeros que se encontraban realizando asaltos organizados.

El exteniente es otro muerto en manos de la delincuencia y un nuevo coletazo de la crisis nacida en Venezuela, Sánchez fue un libre que decidió combatir el mal a pesar de la inferioridad numérica de quienes deambulan en manadas y después se ocultan en viviendas y barrios irregulares, un círculo vicioso a vista y paciencia de todos.

Estas líneas no tienen nada en contra de los migrantes que son un aporte al país que no se saltan la fila y cargan con la vergüenza de lo perpetrado por sus connacionales.

Chile vive tiempos violentos, la realidad supera toda ficción y la violencia no distingue personas, barrios ni nacionalidades. Ayer fue Ojeda, hoy fue Sánchez. Las fronteras están expuestas y la inseguridad llegó para quedarse, ya no es simplemente una “sensación de inseguridad” como repitió varias veces la vocera comunista, la cual desapareció frente al tema venezolano comunicado por el fiscal del caso.

En paralelo, tenemos un presidente que lleva adelante las relaciones internacionales de forma inmadura prefiriendo enemistarse con Israel sin condenar a Hamas ni a Irán directamente.

Estimado presidente: menos Maduro y más Milei.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia y Ciencias Sociales

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