
No me cabe duda de que el pueblo chileno está consternado con la reciente muerte de los carabineros ocurrida en Cañete. El luto que resguardamos -me incluyo- es la mínima señal que podemos adoptar a quienes nos conmueve la historia del Sargento Carlos Cisternas y de los Cabos Primero, Sergio Arévalo y Misael Vidal. Mis sinceras condolencias a sus familias.
Con todo, el motivo de la carta es llamar la atención sobre la inconveniencia para el país de la persecución política que Carabineros de Chile está sufriendo en este momento. Sumado a todo lo que la institución ha sufrido, la fiscal Ximena Chong sigue insistiendo en acusar al General de Carabineros, Ricardo Yañez, empujando a su renuncia. ¿Acaso no es el peor momento para seguir impulsando el libelo? Tenga este fundamento o no -lo cual dudo-, ¿no sería un golpe más a esta institución que ya no cuenta con el respaldo político y financiero que necesita con urgencia para llevar a cabo mínimamente sus funciones? En el contexto actual, proseguir el juicio contra la cabeza de la institución desnuda no solo la porfía sino la malevolencia de una fiscal que parece vivir fuera de las circunstancias nacionales. Si ella no es capaz de evaluar y sopesar las repercusiones de lo que pretende hacer o, de hecho, lo sabe y persiste en su empeño, es que simplemente es una pérfida y de las enemigas más deleznables que debe confrontar el país.