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La ermita del santo

La ermita del santo

La ermita es una capilla pequeña situada en un lugar despoblado. En este caso, está ubicada en la zona Huentelauquén en la carretera Panamericana Norte, en la comuna de Canela (Región de Coquimbo). El lugar cuenta con una estatua de San Alberto Hurtado de más de cinco metros de altura, un santo que fue canonizado por Benedicto XVI el año 2005; en sus palabras durante la ceremonia, recordó la vocación del chileno por los más necesitados.

La Plaza de San Pedro contó con cientos de chilenos que acompañaron la canonización. La ermita del santo es iluminada cada noche con energía solar fotovoltaica, junto a la Parroquia Nuestra Señora del Tránsito de Canela. El sector está rodeado por el Cerro Talinay, un escenario natural y de culto que se ha convertido en un punto de referencia para viajeros y peregrinos que realizan pausas, plegarias y oraciones en un entorno privilegiado por la naturaleza.

Un sitio que combina lo humano y lo divino, lo temporal y lo infinito, una invitación a la reflexión en una sociedad convulsionada e instantánea, alejada de lo justo y solidario. Un lugar en el cual existe paz, silencio e inspiración.

Alberto Hurtado dejó huellas y pasos permanentes, un legado social inspirado en el cambio positivo y en su obra íntegra e integradora. El santo se preparó en distintas áreas para fortalecer su mirada de mundo, su fe cristiana y su vocación divina.

No rehuyó comentarios sobre la política y sus dimensiones de función y permanencia social. Los políticos, “de ellos ha de venir al país un ejemplo de la moralidad privada y pública, de honradez, de sobriedad de vida, de trabajo, de consagración al bienestar nacional”, palabras del santo desde el pasado con vigencia en el presente.

¿Cuántos políticos dejaron de lado la sobriedad y la honradez? La labor política es relevante en lo social y significa renunciar a las ganancias propias y partidarias en favor de “los intereses nacionales”.

¿La política actual está al servicio de los intereses nacionales? Son muchas las preguntas que aparecen al recorrer la ermita con cielos celestes y un par de nubes que se mimetizan con la estatua blanca. Necesitamos una política y políticos que no olviden las enseñanzas y peticiones del santo ya que lo social no ha sido resuelto.

Lo social, esa preocupación basal del padre Alberto Hurtado, requiere de estudios y técnicas de la mano de “la caridad” con el objetivo de conseguir “un mundo mejor”. El santo señaló que los estudios universitarios y las profesiones son “el ejercicio de una misión social y una colaboración al bien común de la sociedad”.

La universidad es una etapa necesaria con una misión que debe responder la pregunta formulada por San Alberto Hurtado: ¿Qué sentido social tiene mi profesión?

En el presente, muchos universitarios y profesionales han renunciado a la caridad y se “embarcan en empresas minúsculas”, olvidando el sentido social, la comunidad e invisibilizando al otro y al prójimo. Desde la calma de la ermita, es necesario preguntarnos ¿Cómo puedo ayudar a los demás y al bien común? ¿Cuál es mi misión social en este presente vertiginoso e individualista? ¿Cuántas universidades dejaron de lado la reflexión social? ¿Cuántas iniciativas universitarias tienen foco social?

Desde este punto geográfico consagrado al santo chileno es posible recordar el camino y las enseñanzas de Alberto Hurtado, un camino que invita al servicio social cristiano, a la bondad y la justicia desde la política, la universidad y nuestras profesiones, todos los días.

Hay tareas urgencias en la sociedad chilena.

Rodrigo Ojeda

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