Señor director:
Tal vez todos lo han demostrado ya, pero de seguro hablo por muchos cuando digo que sentimos un dolor enorme al enterarnos este 8 de marzo de la muerte de Akira Toriyama, creador de la serie “Dragon Ball”.
Con todo, quisiera manifestar las razones que otorgan sentido al sentimiento de congoja que me embarga.
Y es que, a veces, los adultos no reconocemos que en lo divertido también hay seriedad.
Los juegos pueden llegar a ser muy serios, incluso los violentos. Y “Dragon Ball” lo era.
Especialmente, cuando se analiza desde el punto de vista de los valores que cimenta en la mente de los jóvenes: ¿Es que acaso no había sacrificio por lo que realmente tiene valor cuando Piccolo se coloca frente al ataque que mataría al pequeño Gohan? ¿No existe esfuerzo denodado y constante cuando todos los personajes enfrentan una y otra vez las distintas versiones que ofrecía Majin boo? ¿No hay verdadera amistad entre Goku y Vegeta, quienes, finalmente, compiten de manera sana entre ellos? ¿Acaso no existe redención en Frezzer, protagonista clave de la última parte de la saga?
Imagínense las costumbres, características, rasgos de la generación Z y pregúntense cómo serían si se hubieran tomado en serio lo que para otros no era más que una jugarreta. De seguro, este mundo sería distinto.
Gracias, Akira Toriyama, por todo lo que me enseñaste. Ojalá estuvieran las esferas del dragón para revivirte y que nos enseñaras un poco más.
私たちはあなたに感謝しています