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“…negarlo no es honesto, su pasado no es un cuento.”

Discursos de odio

Discursos de odio

Ha finalizado el periodo electoral, las votaciones y los recuentos. Los políticos sacan “cuentas alegres”, ya que todos los partidos y candidatos ganaron votos y recursos económicos de la reventada piñata estatal.

Los más osados ya piensan en la contienda electoral del año entrante con proyecciones en cupos, pactos y distritos. Es que el Congreso es otro botín para piratas y corsarios, un mundo paralelo que no repunta en la desconfianza y el descrédito institucional. Tras las elecciones, las promesas de campaña y sus diagnósticos vuelven a sus madrigueras, un ostracismo voluntario para regresar recargados de promesas y panaceas. Por el momento, la confrontación electoral sale de la agenda del palacio y de los medios de comunicación.

La noche del domingo pasado presenciamos un balance mediante cadena nacional a cargo del presidente Boric. Su alocución hizo mención a la patria y al pueblo de norte a sur. Felicitó a los candidatos electos y señaló que ganó “la unidad”, “los acuerdos” y “el diálogo”.

En otra línea electoral del libreto señaló: “perdió la política de la agresividad, de la polarización y de los discursos de odio”, sin detallar ni ejemplificar sobre lo mencionado, al parecer los problemas de memoria son frecuentes en el palacio. El gobierno actual ha señalado su disposición al diálogo y la búsqueda de acuerdos en las reformas prometidas y entrampadas, un cambio de postura que resulta poco creíble debido a su historial, la presión social y su comportamiento político de oposición, sumado al estilo parlamentario indolente con el gobierno anterior y las urgencias de ese momento (votaciones).

Sobre la “agresividad” y “polarización” que, mencionadas y derrotadas según su interpretación, cabe recordar al diputado Boric en sus declaraciones, participaciones en paneles, en la cámara de diputados y en sus redes sociales.

Al parecer, el presidente intenta desmarcarse del diputado

Tampoco podemos olvidar a otras figuras del frenteamplismo y del comunismo durante el gobierno anterior, en la crisis social llamada por ellos de “estallido”, las cancelaciones y funas efectuadas a sus rivales políticos en otros momentos.

No pocos se ensañaron con las policías y la Historia de Chile llamando a refundarlo todo. Una revisión simple demuestra un relato cargado de odiosidad, agresividad y polarización.

Todo lo distinto a ellos fue catalogado despectivamente de “fachos pobres”; el expresidente Piñera fue el blanco predilecto y culpable de todos los males de la república, incluso con un “está avisado” sobre su segundo mandato.

El gobierno actual no puede borrar las migas de su camino a casa, esas migas de un cuento infantil recrean su matriz ideológica cargada de odiosidad, antagonismos y polarización, negarlo no es honesto, su pasado no es un cuento.

Con relación a los discursos de odio, no es algo nuevo que intenta instalar el gobierno actual, ellos mismos han señalado que existe un “anticomunismo visceral” y un “antigabrielismo” y lo dicen en tono de denuncia sin jamás profundizarlos.

O nos dicen que son el muro de contención frente a lo “conseguido” y que el avance de la “ultraderecha” y el “fascismo” con sus “discursos de odio” ponen en riesgo a la democracia.

Hoy, son ellos los custodios y moderados

 Por el momento, no existe una tipificación específica sobre “los discursos de odio”, salvo algunos intentos de definición, que consideran que ocurre mediante expresiones ofensivas dirigidas a individuos o grupos, con alusiones verbales, escritas y digitales (redes sociales).

Utilizando un lenguaje peyorativo, hostil y discriminador con prejuicios y estereotipos desde lo material hasta lo inmaterial, desde lo público a lo privado. La intervención del presidente Boric es sesgada y nuevamente parcial. La existencia de discursos de odio no es nueva ni exclusiva de la sociedad actual. Basta con recordar las persecuciones políticas, raciales e ideológicas realizadas por el nazismo y el comunismo a nivel mundial.

En el plano local, durante todo el “estallido y revuelta popular” fuimos testigos de rayados, cánticos y expresiones de odio desde el feminismo radical, el comunismo criollo y la vanguardia callejera del llamado Frente Amplio; ese grupo estudiantil que hizo de las funas y cancelaciones universitarias su motor y sello.

Detrás de todo su actuar existió un discurso de odio

Otro ejemplo no menor, fue el estilo refundante de la primera constituyente con discursos antidemocráticos, radicales e intolerantes (octubrismo). Hay quienes siempre recurren al manual del enfrentamiento ideológico con odiosidad y ahora nos dicen que “no todo vale en política”. Es de esperar que el presidente Boric condene al diputado Boric por sus dichos, mientras tanto, oponerse a los dueños de la verdad y al comunismo es un deber y un derecho humano.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia

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