Miguel, un abogado de patentes de cuarenta y tres años, trabaja una “presión insoportable” para una gran compañía de programas de computación, y afirma: “Lo único que me mantiene la mente alerta y en equilibrio es hacer ejercicio en el club todas las mañanas. Si dejo de hacerlo una sola vez, la diferencia ese día es notable. No puedo pensar con la misma claridad, no puedo manejar la tensión, tomo decisiones inciertas”.
La experiencia de Miguel refuerza la investigación, que demuestra que el ejercicio regular contribuye a nuestro bienestar físico, mental y emocional.
Un cúmulo de pruebas demuestra que:
El ejercicio es una necesidad humana básica, y lo más cercano a la fuente de la juventud. El cuerpo está hecho para usarse.
El ejercicio regular y vigoroso alivia o previene el deterioro mental y físico. La mayor parte de la debilidad y fragilidad que atribuimos a la edad no se debe a ella, sino a la inactividad.
El cerebro de las personas que hacen ejercicio funciona mejor, en especial la memoria, la flexibilidad mental, el intervalo de respuestas y la creatividad. Un estudio reciente descubrió que las personas físicamente activas tienen menos probabilidad de contraer el mal de Alzheimer.
El ejercicio es uno de los factores más poderosos para el manejo de la tensión; la libera.
El ejercicio reduce el riesgo de caer en depresión y ansiedad.
El ejercicio regular eleva el nivel de la autoestima. La persona se siente más plena, vital y llena de energía, tanto física como emocional.
El ejercicio vigoroso ayuda a mantener el peso a buen nivel, porque quema calorías y porque los músculos en mejores condiciones utilizan más calorías.
El ejercicio reduce la pérdida de los huesos, al reducir el riesgo de osteoporosis, tanto en hombres como en mujeres.
Actualmente al ejercicio se le considera como un importante preventivo de muchas enfermedades, entre ellas la diabetes, algunos padecimientos de los ojos, la obesidad, los males cardiovasculares, algunas formas de cáncer, la depresión y la osteoartritis. En otras palabras, una mente y un cuerpo sanos oponen resistencia a la enfermedad.
Las personas que hacen ejercicio disfrutan más de la vida sexual.
¡Las personas que hacen ejercicio tienen mejor aspecto!
Todo esto se oye como una letanía de vendedor, ¿no es cierto? ¡Pero el hecho es que es maravillosamente verdadero! Piense en el poder con el que dispone para mejorar su vida -de muchas maneras- con solo decidirse a hacer ejercicio.
Si no está haciendo ejercicio actualmente, es posible que tenga que forzarse un poco para empezar, para vencer la inercia. Cuanto más tiempo pasemos sentados, tantas menos ganas sentiremos de levantarnos y ponernos en movimiento. (Pero por favor, consulte a su médico)
Una vez que empiece a hacer ejercicio regular, lo disfrutará tanto que acabará por ser una parte de su día. Mientras hace ejercicio y después de hacerlo, sentirá una exaltación natural, debida a las endorfinas producidas por el cerebro. Es el regalo que le ofrece la naturaleza.
¿Cómo lograr que el ejercicio sea provechoso para usted?
Empiece con media hora de ejercicio tres veces por semana. Luego, si el tiempo se lo permite, hágalo durante cuarenta y cinco minutos, cinco o hasta siete días a la semana. La recompensa será evidente, para usted… y para los que lo rodean.
Caminar a paso ligero es un magnífico ejercicio. Otros son seguir las instrucciones de cintas grabadas, hacer bicicleta estacionaria o regular, usar la banda móvil…Cualquier aparato que ponga su cuerpo en movimiento.
Incluya entrenamiento con pesas en su rutina de ejercicio. Es el “único tipo de ejercicio que puede frenar considerablemente, incluso invertir el curso de la decadencia de la masa muscular, la densidad ósea y la fuerza que en otro tiempo se consideraban consecuencias inevitables del envejecimiento” -informa el documento Harvard Health Letter (Carta de Salud de Harvard). Use pesas simples en casa, con ayuda de instrucciones escritas, o inscríbase en un gimnasio. Ejercitarse con pesas le sirve para cerciorarse de que todos los músculos están en buena condición física.
No limite el ejercicio a sus prácticas regulares. Encuentre formas creativas de mantenerse más activo a lo largo del día. En vez de tomar el ascensor, suba y baje por las escaleras. En vez de andar dando vueltas en un estacionamiento en busca de un espacio más cercano, estaciónese a la mayor distancia posible y camine. ¡Use ese maravilloso cuerpo que tiene!
Trate de combinar sus ejercicios con la costumbre de reunirse con amistades. En lugar de reunirse con personas para comer o para tomar copas después del trabajo, reúnase para una caminata de una hora. Le sorprenderá cuánto mejor puede ser la conversación mientras caminan juntos al aire libre.
Haga del ejercicio una prioridad en su vida, como cepillarse los dientes o comer.
Empiece hacer ejercicio hoy mismo, ¡y diviértase con él! Disfrute sintiéndose y luciendo lo mejor que puede estar.
Tomado de “Tu vida depende de tu actitud” por Dottie Billington.
