“…resulta irónico que quienes han militado en movimientos que promueve el aborto como derecho, celebren hoy la gestación y la vida que crece en sus vientres.”

El aborto clasista: Que sea el proletario el que no se reproduzca
Hace un año, el debate sobre el derecho al aborto en tres causales estuvo en el centro de la discusión política en Chile. Este tema fue utilizado por algunos sectores como excusa para justificar su rechazo al texto constitucional, incluso cuando ideológicamente les resultaba más cercano que la propuesta constitucional. Lo que siguió fue un año cargado de contradicciones, promesas incumplidas y un panorama político marcado por anuncios de embarazos que han sido, cuanto menos, extraño.
La ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Cósmica Orellana, prometió poner en tabla antes de finalizar el 2024 un proyecto de ley para establecer el aborto libre, bajo el argumento de garantizar los derechos reproductivos de las mujeres. Sin embargo, la misma izquierda que defiende esta causa suele evadir definiciones claras sobre lo que significa ser mujer, dejando una sensación de incongruencia discursiva, al no poder siquiera definir “Mujer”.
A este panorama se suma una serie de anuncios personales de figuras políticas emblemáticas de este sector: Gonzalo Winter, Camila Vallejo, Karol Cariola, y hasta el propio presidente Gabriel Boric anunciaron recientemente embarazos, lo que ha generado diversas interpretaciones. ¿Es esto una coincidencia o una estrategia política? Aunque nadie puede cuestionar el derecho de cada persona a formar una familia, resulta irónico que quienes han militado en movimientos que promueve el aborto como derecho celebren hoy la gestación y la vida que crece en sus vientres.
El contraste es evidente
Por un lado, se ha defendido la narrativa de que el embarazo es una carga económica y emocional que muchas mujeres que no pueden asumir, justificando así el aborto como una solución. Por otro, estas mismas personas celebran públicamente la vida de quien esperan, le dan nombres a los que, hasta hace poco, eran meros “fetos” y los consideran como un futuro miembro de sus familias. Este giro narrativo genera preguntas legítimas sobre la coherencia entre sus discursos y sus acciones.
Más allá de los análisis políticos y las posibles lecturas estratégicas, lo que subyace es un tema de fondo: el valor de la vida. Para quienes defendemos el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, el aborto no es un derecho humano ni una solución aceptable. Cada vida en gestación es un ser humano que merece protección y cuidado, independientemente de las circunstancias económicas de sus padres.
Es alentador ver a estas figuras públicas elegir la vida y reconocer la humanidad de sus hijos que están por nacer. Tal vez la experiencia de sentir los latidos de un corazón en desarrollo o de observar las ecografías pueda ofrecerles una nueva perspectiva sobre el valor intrínseco de la vida. Ojalá este momento les permita reflexionar y abandonar la retórica que presenta el aborto como un derecho incuestionable.
La vida es un bien que trasciende ideologías y discursos políticos
Deberíamos aspirar a una sociedad que celebre y promueva la vida en todas sus etapas y que ofrezca alternativas para que ninguna mujer se vea forzada por razones ideologías a elegir entre sus sueños y la maternidad. Es hora de avanzar hacia una visión coherente y ética que defienda la vida de todos, sin importar su origen o condición.