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Fronteras y migraciones: el norte, zanjas y altavoces

La elite puede debatir en sus comunas y mediante cartas al director, pero la realidad es otra y la necesidad de paz social en cientos de comunas es urgente. De lo contrario las localidades y comunas escucharán el canto de sirenas de las elecciones municipales y seguiremos con promesas sin cumplir. La urgencia es ahora.

La urgencia es ahora

Fronteras y migraciones: el norte, zanjas y altavoces

Fronteras y migraciones: el norte, zanjas y altavoces

La humanidad es migración y adaptación a los desafíos geográficos, culturales y a un sinnúmero de imponderables. De seguro en algún momento migraremos a pequeña o gran escala (algunos ya lo hicimos).

Toda comparación de migración y migrantes requiere de prudencia y contextualizaciones. Distintas ciudades de nuestro país mantienen en la memoria y en la identidad la llegada de cientos de migrantes y sus aportes anónimos. La mía: con chilotes, croatas y nativos.

Nuestra historia y angosta franja sabe de esa llegada e integración en distintos momentos históricos y culturales, a escala local y mundial. Nuestros genes cargan con cientos de migraciones. De continuar con el hilo histórico nos remontaremos a los primeros humanos y no los quiero aburrir.

Vamos al tema contingente

Lo que hoy nos convoca es relevar y develar las urgencias, incluso las contradicciones de las políticas públicas y la visión de Estado ante una problemática que no tiene que ver con “sensaciones” desde esas vocerías monotemáticas y centralistas.

La migración en el norte o puerta de entrada es una tragedia normalizada con problemas reales y desafíos urgentes. ¿Son todos bienvenidos? Sí, pero las reglas las pone el dueño de casa. El problema de la frontera norte también ha migrado al resto del país, y el dueño se casa titubea.

Uno de los temores es que estamos cercanos a una campaña electoral, precisamente de municipios, los espacios por excelencia de los vecinos. Mientras los sabihondos ven “territorios”, el alcalde es el confesionario de todos los males y experimenta el centralismo día a día.

Temo que la compaña levante promesas y profecías e incluso refloté la polarización y la rabia, la gente está cansada y es tierra fértil de políticos irresponsables que van a ocupar los temas sensibles para decir en diez segundos lo que después no van a cumplir. El norte sabe de cientos de promesas olvidadas al estilo de las salitreras. El miedo, la angustia y la polarización están en el ambiente, aún quedan cenizas y la copia feliz del edén merece un respiro, de lo contrario van a cambiar el himno en un nuevo intento convencional. 

La misma piedra…

Hay quienes hemos aprendido tropezando con la misma piedra que: los recursos son siempre limitados y las necesidades ilimitadas. Por lo tanto, nuestros representantes y nosotros mismos debemos priorizar y focalizar. Con esta lección debemos estar atentos a las campañas municipales, especialmente donde el tema de los migrantes se enfrenta ante miradas antagonistas, desde bienvenidos al oasis al ya no son bienvenidos.

La migración hoy es un problema del día a día, el norte alerta y grita desde el altavoz de la frontera pidiendo ayuda y comprensión. La zanja que ayer fue mal vista hoy se materializa  ante una olla a presión a punto de reventar. Esa olla requiere que se escuchen a los “territorios”, pero no desde el concepto vacío y de moda, hay que escuchar a las comunidades sin despersonalizarlas ya que se sienten atados de manos ante la adversidad.

La migración representa una complicación que a algunos no nos toca padecer, las localidades que conviven con los migrantes ven en su día a día el colapso de distintos servicios de salud, de educación, y de trámites en general que ya eran engorrosos, sin duda las dificultades se han intensificado con barrios y calles que hoy pertenecen a migrantes que se saltan todas las reglas del juego.

Los migrantes

Tal como dijimos en un principio, somos una especie migrante, por ejemplo, mis abuelos: uno migró desde la isla de Chiloé (Curaco de Vélez) con la misión de conseguir mejores expectativas, apenas llegó al extremo sur se puso a trabajar. Mi otro abuelo migró del campo a la ciudad, pasando de una lechería a buscar trabajos urbanos. Era un Chile de calles de tierra, en blanco y negro, y con la radio en onda corta (AM) como principal medio de comunicación, donde no esperabas la acción del Estado y asumías las reglas del juego.

Hoy la migración se encuentra en una encrucijada de expectativas y desesperación en el Chile real. Nuestros invitados son bienvenidos, a muchos les tocó padecer una dictadura,  persecución y pasar hambre. Otros han llegado simplemente a delinquir y vivir en modo zombie sin respetar las reglas del dueño de casa, un “pillo” que supo leer a autoridades titubeantes y reactivas.

Hoy más que nunca se requiere de orden, paz y autoridad, desde ese requerimiento toma sentido el llamado de sectores populares por contar con la presencia militar, los sectores afectados no tienen tiempo para discusiones intelectuales, ven en el mundo militar la posibilidad real de restaurar el orden y el principio de autoridad.

La elite puede debatir en sus comunas y mediante cartas al director, pero la realidad es otra y la necesidad de paz social en cientos de comunas es urgente. De lo contrario las localidades y comunas escucharán el canto de sirenas de las elecciones municipales y seguiremos con promesas sin cumplir. La urgencia es ahora.

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Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia

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