Malamente unos pocos se reconocen como fachos sin conocer el trasfondo, peso histórico y la torpeza en dicha alusión
Malamente unos pocos se reconocen como fachos sin conocer el trasfondo, peso histórico y la torpeza en dicha alusión
En las últimas décadas el apelativo “facho” se ha popularizado en los patios y asambleas de las distintas universidades, como una forma de insulto, castigo y censura al adversario. De las universidades pasó a las calles y hoy a las redes sociales. “Facho” es aquel que es distinto al frenteamplismo, progresismo, socialismo, comunismo y al sinfín de identidades.
Incluso es un peligro para la democracia según los profetas del pueblo y de la verdad.
Malamente unos pocos también se reconocen como fachos sin conocer el trasfondo, peso histórico y la torpeza en dicha alusión.
En épocas electorales tampoco dudan en asociar a ciertos candidatos y electores con el nazismo, una práctica que denota falta de rigor conceptual y de conocimientos básicos sobre el siglo XX.
Hoy la ignorancia cobra sentido como argumento
“Facho” es un reduccionismo del concepto político-histórico del fascismo y de los fascistas, quienes lo ocupan tergiversan los hechos y el conocimiento histórico.
No es este el lugar para profundizar sobre el fascismo del siglo XX ni sus variantes (nacionalsocialismo). Lo importante aquí es señalar y demostrar que quienes acusan y denostan a otros de “fachos” y “nazis” están silenciosamente emparentados, veamos:
- Origen histórico: comunismo y nazismo surgieron como movimientos radicales de izquierda que se oponían a la sociedad burguesa, a la que consideraban corrupta y explotadora. Ambos propugnaban la destrucción de los pilares de esa sociedad: el individualismo, el orden liberal-democrático y el capitalismo.
- Estado y más Estado: ambos confluyeron en la necesidad de controlar todo, absolutamente todo desde el Estado. Según Hayek, un colectivismo forzado en el cual el individuo queda subyugado en cuerpo y alma. Un Estado abiertamente socialista y represivo en todas sus facetas y alcances.
- Lo individual: esta característica y esencia humana quedó al menos bajo sospecha. El individuo ahora pertenece a un todo bajo la supervisión del Estado y del bien superior de la sociedad socialista. Pensar distinto fue un riesgo y una amenaza. La anhelada libertad individual fue mal vista y relativizada. En palabras de D’Souza, en ¿El Fascismo es de Derecha o de Izquierda? Señala: el Estado dice a todos cómo pensar y qué hacer.
- Enemigos: comunismo y nazismo, señalaron públicamente a sus adversarios, sus enemigos fueron de carne y hueso, y personificados en razones raciales (nazismo) y en razones sociales y económicas (comunismo). Ambos prometieron un hombre nuevo y las bajas (prisioneros, torturados y muertos) fueron vistas como parte del proceso de liberación ante un camino y enfrentamiento inevitable de sus revoluciones.
- Socios: no dudaron en pactar antes y durante la Segunda Guerra Mundial, más allá de lo táctico y acomodaticio la alianza fue en contra del mundo libre y capitalista (occidente).
- La lucha política: ambas ideologías del terror desarrollaron cuadros políticos para pelear, amedrentar y sostener las luchas en las calles y en todos los lugares donde fuese necesario. Un heredero local hace muy poco advirtió la necesidad de “rodear con la movilización de masas” a la naciente Convención Constitucional.
- Censura: ambos aplicaron todo tipo de controles y censuras, suprimieron las libertades fundamentales, incluso recompensaron el delatar y denunciar al otro por complotar contra la misión redentora del comunismo y nazismo.
En ambos casos, se crearon instituciones de control social, una policía secreta y una propaganda oficial, para garantizar la adhesión a la ideología dominante. La verdad oficial.
- La economía: en ambos casos quedó bajo el control del Estado. La producción quedó sujeta a las planificaciones ideológicas con ribetes populistas, y prontamente la economía interna fue puesta al servicio del expansionismo y la guerra.
- Líder carismático y mesiánico: ambas ideologías desconfiaron de las religiones tradicionales, pero adoptaron rasgos proféticos y divinos para sus cabecillas, quienes se erigieron como verdaderos dioses terrenales, por encima del bien y del mal.
- Racismo: en ambos modelos sociales existieron desprecios no sólo conceptuales hacia otros pueblos y seres humanos, en ambos es posible rastrear similitudes de desconfianza y aversión al pueblo judío. El antisemitismo no fue exclusivo del mundo nazi, como documentan Revel (La gran mascarada) y Chinchetru (Marx fue precursor del antisemitismo nazi).
- Trenes de la muerte y deportaciones: No olvidemos que el transporte masivo de personas en los trenes de la muerte no fue una invención nazi. Hitler copió a los soviéticos, que ya habían usado este método de exterminio contra el pueblo cosaco y los kulaks, de acuerdo a lo historiado por Jiménez en su Memoria del comunismo.
- Genocidio: ambas ideologías del mal (la frase corresponde al papa Juan Pablo II) planificaron el exterminio de sus enemigos y el costo de vidas humanas más allá de lo cuantificable representa una herida y una lección inolvidable: la sociedad libre estuvo en el precipicio ante estos dos intentos por eliminarla, hoy otros intentan acabar con ella a través de distintos métodos y estrategias sofisticadas e intelectuales.
¿Qué dice el mundo?
El mundo carga con una hipocresía no solo en el lenguaje, también en los símbolos y en la cultura del relativismo. Razonablemente nadie camina tranquilo haciendo gala de vestimentas ni “souvenirs” del nazismo.
Pero, cientos caminan y relucen vistosamente símbolos del criminal comunismo, pasean junto a estrellas, rostros de Marx, poleras de transnacionales con la hoz y el martillo y con boinas al estilo Che Guevara. Lo anterior, en palabras de Anne Applebaum: “mientras que el símbolo de un asesinato masivo nos llena de horror, el símbolo de otro asesinato masivo nos hace sonreír”.
Si no somos fachos: ¿qué somos? Somos defensores de una sociedad libre y responsable en el día a día, en lo privado y en lo público. No se trata de quién posee más o menos credenciales democráticas ni tampoco pasa por citar cientos de autores o simplemente teorizar sobre la maldad traducida en crímenes de los emparentados comunismo y nazismo, se trata de advertir una vez más lo que la misma autora confiesa en Gulag: “Este libro ha sido escrito porque casi con seguridad ocurrirá otra vez”.
La próxima vez que te digan “facho”, míralos y sonríe. Y discúlpalos porque “no saben lo que hacen ni dicen”. Si además recuerdas los doce puntos presentados, mucho mejor. Estos puntos están disponibles para que los complementes y ocupes en conversaciones y debates. No debemos seguir cediendo espacios ante la prepotencia e ignorancia del llamado: “progresismo”.
Rodrigo Ojeda y Mauricio Schiappacasse, profesores de Historia