La casa de todos existe y en ella se toman decisiones tras los banquetes del dueño de casa apodado en el mundo del lobby con las iniciales PZ.

LA CASA DE TODOS
Durante cuatro años tras el chantaje de la calle y del estallido social, nos convencieron de que el desarrollo tenía una estación intermedia llamada: dignidad. Instalada la bandera en la plaza del mismo nombre dieron un paso más, nos embaucaron a todos en un sueño que terminó en pesadilla, era urgente deconstruir la Constitución actual y evolucionar a una nueva con una gran condición, esa viga maestra debía ser la casa de todos.
Luego de cuatro años, dos intentos fallidos, dos rechazos y los cuatro generales más vigentes que nunca, el proceso constitucional rodeado por el PC no dio los frutos esperados, el diagnóstico era inequívoco, no logramos en dos intentos construir la casa de todos, al contrario, estuvimos al borde de quemarlo todo. No hubo ganadores aparentes y como siempre todos interpretaron los resultados a su conveniencia.
La realidad siempre supera a los intelectuales y nos sorprendió nuevamente hace unos pocos días, la prensa libre siguió migas en el suelo a la usanza de un cuento infantil, siguieron miga tras miga y descubrieron la casa de todos, pero no encontraron brujas ni chocolates, por el contrario, se dieron cuenta que entraban y salían los poderosos de siempre: ministros, parlamentarios, asesores y empresarios.
La casa de todos existe y en ella se toman decisiones tras los banquetes del dueño de casa apodado en el mundo del lobby con las iniciales PZ. Esos visitantes hoy sufren de amnesia y ni siquiera de sonrojan; están a un paso de decirnos que fueron invitados un 28 de diciembre en el llamado Día de los Inocentes, pero de inocentes no tienen nada, y aunque no haya delito, las formas si importan desde la generación que dijo estar por sobre el bien y el mal.
Rodrigo Ojeda, profesor de Historia