Orsini está expuesta en otra arista, la del abuso de poder y el uso indebido del cargo que ostenta, ya que no es primera vez que realiza “telefonazos” con fines personales
La mujer araña
No se trata de una heroína del feminismo ni un personaje de una novela revolucionaria. Maite Orsini, está en la palestra, es parte de la generación frenteamplista y gobernante con telarañas televisivas e improvisaciones, torpezas e indolencias, con un ideario refundante y de fundaciones afines, con luces y sombras desde el palacio y el parlamento. Es diputada reelecta del Frente Amplio (FA) por el distrito nueve de la región metropolitana.
El partido ha decidido suspender la militancia de la diputada tras sus últimas actuaciones ajenas y reñidas a su labor parlamentaria. En paralelo, desde la Cámara de Diputados se comunicó una investigación en la comisión de ética. Si la farándula se mezcla con la política o la política recurre a la farándula es un tema que sobrepasa estas líneas. No es la primera vez que Orsini Pascal es considerada desde sus filas de “imprudente”.
El tejido de la diputada permite adentrarse en los tiempos actuales y en los genes de la élite de izquierda que gobierna mediante inestabilidad e inexperiencia. Las telarañas se configuran con objetivos de cacería y otras funciones de la naturaleza arácnida.
Orsini tiempo atrás, cual araña de movimientos rápidos, visitó en Francia al asesino del senador Jaime Guzmán, una señal confusa de una generación que se dice democrática, pero su relato incluye gestos y conceptos de redención revolucionaria ante enemigos (históricos y eternos). Dicha visita la realizó en compañía del entonces diputado Boric.
Más allá de la imprudencia declarada por sus pares, hay un sector de la nueva izquierda que valora lo subversivo y la lucha del exfrentista (Palma Salamanca). Cada cierto tiempo la izquierda recurre al manual revolucionario de la lucha de clases y quedan atrapados en su propio veneno.
La araña “bailarina colorida” durante un tiempo se movilizó puño en alto, con un pañuelo visible y consignas abortistas y feministas (según la marcha de turno), culpando al patriarcado, a los machismos infinitos y a todas las estructuras de opresión.
Ese movimiento instauró una justicia paralela, una policía del género, un tribunal dictatorial por sobre el debido proceso y la presunción de inocencia en sus filas y en la sociedad en general.
Lo sufrieron universitarios y otras figuras públicas mediante cancelaciones y funas. Se instaló un mandato sagrado: “amiga, yo te creo”.
Hoy, tras Monsalve y el mago derivó en un: “amiga, ya no te creo”. Una nueva imprudencia de la diputada, quien a cuentagotas nos hizo parte de su intervención en el “caso del mago”. Con frivolidad e indolencia la diputada se puso en el centro, contactó a la posible “víctima” desde la sororidad y su propia telaraña la tiene atrapada, expuesta y afectada.
El FA considera que Orsini no respetó el “principio feminista” al intervenir en un proceso en marcha junto a otras posibles “vulneraciones” hacia la denunciante. Varios en su partido piden su expulsión y el cupo parlamentario ya es parte de la carroña electoral. Al menos en público nadie ha esbozado un: “Maite, yo te creo”, al parecer sufrirá el ostracismo y el castigo mediático de sus “compañeros de ruta”. Sin olvidar que esta generación recurre a actuaciones performáticas para calmar a la audiencia por sobre “sus convicciones”; sabido es que hay arañas que se camuflan ante el peligro. La diputada ha sido entregada a los dioses castigadores.
En las historietas hay un insigne arácnido que combate villanos y sus propias debilidades. Desde el FA nos dijeron que poseían un estándar superior y que venían a renovar la política de los males de siempre, la falta de probidad, el abuso de poder y otros flagelos de los cuales la nueva izquierda tomó distancia y se presentaron sin máculas.
A corto andar, nos quedamos sin héroes y heroínas en las filas del frenteamplismo, no son tan probos ni menos inmaculados y ya no vemos puños en alto ni dedos acusatorios; la soberbia es una telaraña difícil de escapar. Sus marchas ya no convocan, hay más ausencias que presencias.
Orsini está expuesta en otra arista, la del abuso de poder y el uso indebido del cargo que ostenta, ya que no es primera vez que realiza “telefonazos” con fines personales.
Lo de la diputada es reiterado, olvidando que es una representante electa que tiene que ser y parecerlo. Una conducta que se repite en otras figuras del FA, no se gobiernan ni gobiernan, lo cual llama la atención porque cuentan con asesores de todo tipo, pero sus pasiones, pulsos e impulsos los superan, olvidando que son adultos y que ocupan cargos de representación con obligaciones mundanas de todo tipo.
Son un tipo de arácnido que queda atrapado en sus incoherencias e individualismos. Cada araña tiene sus comportamientos, algunas con venenos paralizantes que utilizan para atrapar al electorado con encantamientos y recetas ideológicas fracasadas. El veneno socialista y estatista es real y empobrece.