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La pandilla frenteamplista

Hay una banda que se mantiene unida tácticamente a pesar de todo, con cambios de nombres, vestuarios y logros en sus objetivos políticos; pasaron de las marchas al Estado en poco tiempo

La pandilla frenteamplista

La pandilla frenteamplista

La primera vez que escuché la palabra pandilla se remonta a los años ochenta, era un grupo que se reunía seguidamente en un sitio abandonado del tradicional barrio 18 de septiembre (Punta Arenas), con música, ropa negra y un lenguaje rupturista, de vez en cuando realizaban protestas con fogatas y cortes de luz, lo cual nos obligaba a iluminarnos con velas porque afuera era una “boca de lobo”.

Posteriormente, al ver Pandillas de New York, supe de bandas, rivalidades, pactos y enfrentamientos con distintas motivaciones, desde el orgullo familiar hasta reivindicaciones históricas. Las pandillas son los que siempre van juntos, actuando con o sin planificación, pero siempre articulados con liderazgos, seguidores, ejecutores y fines.

Hay una banda que se mantiene unida tácticamente a pesar de todo, con cambios de nombres, vestuarios y logros en sus objetivos políticos; pasaron de las marchas al Estado en poco tiempo.

Desde esas marchas estudiantiles y sus pancartas de una mejor educación (que no llegó) consiguieron espacios en la representación política local y nacional. Varios pasaron de los estudios universitarios a cargos políticos y asesorías, conformando en poco tiempo una nueva élite, de corte progresista, esa con diagnósticos, petitorios y recetas infinitas. Todo lo anterior, arropado con el seductor ingrediente de “derechos sociales” y “demandas de igualdad”, un encanto al estilo flautista de Hamelín.

El Frente Amplio (FA) se define “socialista en tanto lucha por una sociedad inclusiva e igualitaria”. Nuevamente una élite nos evangeliza y lleva por el camino socialista, el ser humano es el único que tropieza con la misma piedra.

El FA se siente cómodo y representante de “todas las luchas” de las sensibilidades e identidades (infinitas), reconoce que “aspira a representar dignamente los intereses de los sectores populares”. Aunque los votos demuestran otra cosa. La aprobación a Boric se sostiene en sectores acomodados y generacionalmente definidos, no precisamente en los sectores populares.

Hoy, gobiernan y conducen la franja del suroeste con errores no forzados, torpezas y negligencias, junto a su característica “arrogancia y soberbia generacional”.

Llegaron al gobierno representando el descontento octubrista, endeudamiento, las identidades y los “derechos sociales”, a pesar de que la realidad de ayer y de hoy demanda orden y seguridad, la base de todo orden social y democrático.

Ya no refundaron carabineros, olvidaron al quiltro callejero y a ratos intentan sonar como la extinta concertación (la que ellos lapidaron), esa alianza política de los 30 años, tiempo político que esta pandilla generacional “funó y canceló”; su problema político es que el FA criticó tanto los 30 años pasados que no ofrece nada concreto para los 30 años venideros, se encerraron en su propio laberinto y quedaron desconectados de las necesidades y urgencias sociales (falta de realismo).

El propio Boric ha reconocido que, otra cosa es con guitarra y que toda partitura no es suficiente, ya que es una composición de expectación y expectativas, una partitura que no basta para liderar un país con contradicciones y urgencias en seguridad.

Con retórica y simbolismo levantaron campañas y ganaron elecciones, pero no es suficiente para administrar y gobernar de verdad. Es altamente probable, que la salida del laberinto frenteamplista tenga nombre de mujer, una matriarca de iniciales MB. Es la aliada y salvadora perfecta para un nuevo llamado a superar el “neoliberalismo”.

Parafraseando a Noam Titelman, un nuevo intento por superar algo que posiblemente no se ha definido correctamente. Salvadora que ya ha declarado que es necesario articular entre lo nuevo y lo viejo, dicho en simple, entre la vieja y nueva izquierda, ya que el FA necesita ampliar su representación social y junto a la matriarca es posible el rearmar y rescatar a los nietos díscolos del laberinto de la desconexión.

Una vez rescatados, será posible dar forma a los “sueños comunes” entre las distintas generaciones socialistas. Juntos insistirán en un nuevo modelo de sociedad que supere al perverso capitalismo, ese modelo de los 30 años que hoy se extraña.

La pandilla frenteamplista está pensando en lo que viene (elecciones), ya se fusionaron y hoy copan y ocupan espacios estratégicos, de influencia y de presión social.

En paralelo, están lucrando. Varios y no pocos dirigentes de la naciente fusión progresista (figuras de la directiva actual y del Comité Central) son parte del gobierno del compañero Boric con sueldos millonarios, sueldos que los sitúan en la élite económica, vaya paradoja, parece que el lucro es malo cuando no te favorece, excepto si ocupas cargos y puestos en la administración estatal, en ministerios, subsecretarias y en otros cargos como “asesores”.

Ni hablar de perfiles laborales, calificaciones ni experiencias para ocupar esos puestos, varios pasaron de las asambleas universitarias a oficinas estatales, verdaderos saltos olímpicos, dignos de la versión parisina en marcha.

No es nada personal con el socialismo del FA, pero los recursos son siempre limitados y las arcas estatales no son cajas pagadoras, cabe recordar que esta generación se autopercibe distinta de sus antecesores, aunque se vista de boina, pandillero se queda.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia y Ciencias Sociales

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