La trama del exsubsecretario ha develado en la ministra Orellana que ciertos abusos y violencias tienen distinto trato comunicacional
La princesa cósmica
La saga de aventuras y videojuegos de Mario y Luigi incorpora a una princesa acechada por un malvado, la cual debe ser rescatada por los héroes con gorros rojiverdes. Ella es la gobernante de un reino mágico, sus preocupaciones son la paz y el orden en sus territorios de singulares habitantes.
De gran corazón y amable con todos es una “damisela en apuros” que en apariencia es frágil, pero cuando es necesario recurre a la fuerza y a sus habilidades, su propósito es proteger a los habitantes y custodiar el bien superior del reino.
En Chile, tenemos otra princesa de otro reino a cargo de un misterio y ministerio; su agenda transformadora tiene alcances cósmicos y cada cierto tiempo, cual heroína del feminismo, se enfrenta a los malvados de otros reinos y a “los príncipes de la iglesia”. Su misión declarada es salvar a las mujeres de la opresión patriarcal y defender las libertades femeninas del fascismo (en lo discursivo).
La actual ministra trabaja en la construcción “de más y mejores políticas públicas” para “terminar con las desigualdades”, “acortar las brechas de género” y “superar las barreras que enfrentan las mujeres”, una agenda con demandas del feminismo marchante y resonante de las asambleas universitarias y otros colectivos; un sello del ejecutivo actual, percibido como el “primer gobierno feminista” a cargo del presidente Boric. Sin olvidar que el conflicto social y victimismo son otros sellos del reino frenteamplista.
Los pasillos del palacio dicen que la princesa Orellana posee poder e influencias en el gabinete y en el presidente. La ministra y periodista, participó activamente de la campaña presidencial triunfadora, la que permitió a la generación universitaria conquistar el poder. Existe un consenso transversal en la aplicación de políticas públicas en favor de las mujeres, relevando su importancia vital e integral para la familia y la sociedad. Con mayores oportunidades y énfasis en las mujeres de sectores populares.
El caso Monsalve fue un terremoto en la minuta y el gobierno feminista, la crisis llegó al palacio y el abordaje comunicacional fue malo, las réplicas telúricas permanecen y dañaron la marca registrada del “amiga, yo te creo”. La princesa del silencio sostiene “que hay un aprendizaje que es bastante evidente”.
Es la generación que llegó a aprender a los ministerios y al ejecutivo sin asumir culpas ni respetar la equidad; la que nos dijo que existen tratos distintos entre un portero y el doctor en prisión preventiva. La trama del exsubsecretario ha develado en la ministra Orellana que ciertos abusos y violencias tienen distinto trato comunicacional. Desde ese momento el liderazgo feminista de la princesa está en duda; sus respuestas se ajustan a una pauta evidente, con intervenciones en tono protocolar y conceptual, un ceño fruncido y palabras distantes a la sororidad que tanto profesaron.
Tras Monsalve el feminismo del gobierno no volverá a ser el mismo, el mal manejo y la indolencia son imborrables.
La princesa abortista “sin causales” no tolera que desde el reino cristiano opinen y cuestionen el anunciado proyecto, para ella es un tema de mujeres y no de príncipes patriarcales, evidencia un ideologismo intolerante apegado a las consignas y ajeno a los hechos. Chomali desde su reino pastoral no está de acuerdo con la eliminación de un ser humano, sin omitir que es un tema complejo y debatible, expone que el aborto es un camino sin salida, no es una senda de liberación y empoderamiento femenino.
La batalla entre reinos recién comienza. Es notorio que a la ministra le disgusta la participación (para ella una intromisión) de la iglesia en defensa de la vida, la cual participa desde las libertades de expresión y de culto. Sabido es que al “primer gobierno feminista” no le agradan los poderosos, salvo cuando es un exsubsecretario formalizado.
La molestia de la ministra ha sido desproporcionada al enrostrar a Chomali, olvidando que en el caso Monsalve se ajustó a lo protocolar desde una perspectiva del silencio y posible encubrimiento, fundando el “amiga, ya no te creo”.
Desde estas líneas invitamos a la ministra a recorrer las ferias informales, el comercio irregular y ambulante, en terreno evidenciará que mayormente “los trabajos” están a cargo de mujeres, de distintas edades, expuestas a condiciones de riesgo y de nula dignidad. Además de considerar las cifras actuales que indican que es el peor momento de empleabilidad femenina. La princesa debe recorrer otros reinos, ver la realidad y preguntarse si las mujeres están mejor o no en los derechos y en los hechos.
La prometida dignidad no ha llegado.
Por ahora, el anhelado legado de la ministra y del gobierno feminista están al debe con incoherencias evidentes. ¿Perderá la corona la princesa cósmica o se mantendrá de fiel escudera del rey Boric?
Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia