La inhabilitación de candidatos opositores, la represión violenta de manifestaciones y la intimidación a los votantes son prácticas comunes que desvirtúan cualquier noción de elecciones libres y justas.
Las Fraudulentas Elecciones en Venezuela
Las elecciones fraudulentas que se celebraron el 28 de julio, bajo el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, representan una grave amenaza para la democracia no solo en ese país, sino también para la estabilidad política de América Latina. La perpetuación de un sistema autoritario disfrazado de democracia electoral es alarmante, especialmente cuando se cuenta con el apoyo de ciertos sectores de la izquierda latinoamericana.
Estas elecciones fueron criticadas a nivel internacional debido a la falta de transparencia y a las irregularidades generalizadas. Desde el control de los medios de comunicación hasta la manipulación de los registros electorales, el régimen de Maduro ha demostrado repetidamente que está dispuesto a torcer las reglas del juego para mantenerse en el poder.
La inhabilitación de candidatos opositores, la represión violenta de manifestaciones y la intimidación a los votantes son prácticas comunes que desvirtúan cualquier noción de elecciones libres y justas.
Lo que resulta especialmente preocupante es el apoyo que ciertos gobiernos de izquierda en América Latina brindan al régimen de Maduro. Este respaldo no solo socava los esfuerzos por restaurar la democracia en Venezuela, sino que también legitima prácticas autoritarias que pueden ser replicadas en otros países de la región. La solidaridad ideológica no debería ser una excusa para ignorar las violaciones de derechos humanos y la represión política.
El respaldo a Maduro por parte de algunos gobiernos izquierdistas no es un fenómeno aislado
Se inscribe en una tendencia más amplia de populismo autoritario que amenaza con erosionar las democracias en América Latina. Los líderes que adoptan una postura indulgente con el régimen de Maduro envían un mensaje peligroso: que el poder puede ser mantenido a cualquier costo, incluyendo la supresión de libertades civiles y la manipulación electoral.
No basta con la condena de la comunidad internacional, incluidos los gobiernos latinoamericanos comprometidos con la democracia, que condenen con firmeza las elecciones fraudulentas en Venezuela.
Deben tomarse medidas concretas, como sanciones selectivas y el aislamiento diplomático del régimen de Maduro, para presionar por un cambio real. Asimismo, es vital apoyar a los movimientos democráticos dentro de Venezuela y proporcionar asistencia a los millones de venezolanos que han sido forzados a huir de su país debido a la crisis humanitaria, creo firmemente que un dictador como Maduro solo dejará el poder con un lamentable enfrentamiento del pueblo venezolano.
En conclusión, las elecciones del 28 de julio bajo el régimen de Maduro representan un retroceso significativo para la democracia en Venezuela y una advertencia sombría para la región. El apoyo de las izquierdas latinoamericanas a un régimen autoritario no solo traiciona los principios democráticos, sino que también sienta un peligroso precedente. La defensa de la democracia y de elecciones libres debe ser una prioridad absoluta para todos los actores políticos en América Latina.
Las dictaduras no respetan elecciones, no dejan el poder por una vía institucional de la cual son arte y parte.