Fustigaron a la generación anterior, la de los acuerdos, la del arcoíris, la de la transición.

Los de la moral distinta y distraída: ¡Seguimos!
Tiempo atrás un príncipe condenado al ostracismo declaraba: “Nuestra escala de valores y principios dista de la generación que nos antecedió“. Preso de sus palabras marcó un antes y un después. Es posible que el calvo dirigente representara lo que toda esta generación cree en su interior y ratifica en su actuar.
Ellos están en un estadio distinto, descendieron desde el paraíso socialista sin mácula y están por sobre el bien y el mal. Somos nosotros los que no podemos ver sus alas ni su conexión cósmica y adelantada, nosotros aún vemos en blanco y negro.
Son una especie de divinidad solar que te ciega si los miras a los ojos y pueden maldecirte vía redes sociales o “funarte” si osas enrostrar sus contradicciones y sus privilegios, no conforme con ello te catalogan de “facho”. Reniegan de sus privilegios a modo de expiación y redención.
Ellos, solo ellos conocen “los territorios” y representan todas las identidades posibles con sus petitorios infinitos ante el abominable patriarcado.
Fustigaron a la generación anterior, la de los acuerdos, la del arcoíris, la de la transición.
Los tildaron de traidores y de haber pactado “con los cuatro jinetes o generales del apocalipsis dictatorial”. Hábilmente crearon un nuevo pecado original: “el de los acuerdos, el de los cobardes que no enfrentaron al dictador, los culpables de los 30 años”. Toda una verborrea romántica, guerrillera e intelectual. Coparon las calles y los territorios con consignas y diagnósticos de todo, y hoy nos entregan el perdón al decirnos: ¡Seguimos!
Este cuento frenteamplista no tiene final feliz, gracias a la prensa libre (la misma que molesta la principal autoridad) y a los disidentes de siempre nos hemos enterado de que ya no tienen las manos limpias y entre tanta búsqueda de likes han ido apareciendo migas de sus errores.
La lista recién empieza
De tanto escupir al cielo cargan con nubes propias: el acuerdo del litio con SQM, los indultos, las pensiones de gracia, el nepotismo y el bingo de cargos en embajadas y agregados, el caso fundaciones, los robos misteriosos en ministerios, y ahora el reciente lobby a domicilio o una llamada cocina 2.0 con ministros, políticos y empresarios, una nueva forma de evadir y de saltar los torniquetes de las reglas del juego de gobernar.
Las formas si importan.
Ojalá las esferas del dragón nos permitan retroceder al Chile indigno, el de los 30 pesos y despertar de la pesadilla populista y falaz de esta generación.
Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia