Profecías, odio y agitación
Marx: ayer y hoy
La izquierda sostiene el siguiente diagnóstico: las desigualdades son sociales, producto de estructuras de opresión y del eterno antagonismo entre el pueblo y el capital. En ese afán por intervenir y modificar las estructuras fuimos testigos o al menos hemos leído sobre los horrores de los socialismos reales durante el siglo XX.
No solo no resolvieron las desigualdades, por el contrario, las profundizaron y generaron otras a fuego y sangre. En Chile, el Partido Comunista mantiene ese antagonismo en su horizonte, y ubica en un altar ideológico al marxismo que motiva la lucha y la consigna del: “Venceremos”.
Ese diagnóstico nace de un ideólogo conocido por sus divulgaciones, las cuales dan forma al marxismo. Veamos algunas de esas raíces, ya que se sustenta en postulados incorrectos. Algunos ejemplos bastarán para ilustrar este punto:
- Marx, según Retamal se equivocó al llegar “a la conclusión de que el hombre tiene un destino marcado que lo rebasa, lo sobrepasa y depende de una causalidad económica ciega frente a la cual es impotente”. (2008, p. 210).
- Para Pipes, la teoría del comunismo primitivo no tiene asidero. Quedando demostrado que en las sociedades primitivas la propiedad de la tierra no era colectiva. (2002, pp. 84 y 85).
- “Sabemos ahora que no es en absoluto verdadero el casi universal convencimiento de que los obreros de fábrica de principios del siglo XIX fueran más pobres y sufrieran un trato más duro que cuando eran campesinos sin tierra en el campo de la era preindustrial”, según confirma y documenta Drucker. (1996, p. 31).
- La “ley de hierro” de los salarios bajos resultó errónea. Los salarios reales en vez de bajar subieron. Según Ferguson: “Los capitalistas supieron ver lo que a Marx se le había pasado por alto: que los trabajadores eran también consumidores”. (2014, pp. 285 y 286.)
- Según Escohotado, Marx cometió un error al afirmar que el valor comercial de una mercadería lo determina directamente el número de horas de trabajo empleadas en elaborarlo. (2017, p. 312).
Antagonismo y Odio
En relación al antagonismo y odio, el fundador es claro en señalar que la lucha de clases es “el motor de la historia y el curso central de su dinamismo”. La activación del resentimiento y del odio y de la violencia es, por lo tanto, según Ibáñez Langlois “una dimensión necesaria de la misma lucha, para la cual están permitidos todos los medios con tal de que sean realmente eficaces”. (1973, pp. 217 y 218).
El Homo proletarius tiene una misión universal y atemporal de arrebatar el poder a la burguesía y abolir la propiedad privada, no hay margen para desistir ni renunciar al mandato marxista. El repliegue es la pausa para volver a la carga.
Marx anuncia un evangelio ateo que racionaliza su odio y transforma instintos de resentimiento y venganza en misión histórica. La revolución comunista o proletaria desatará un proceso de destrucción del orden liberal-burgués, posibilitando la creación de un mundo distinto, sin escasez ni propiedad privada ni tampoco clases. Un apocalipsis revolucionario acabará con el sistema capitalista y sentará las bases de la sociedad comunista.
Un paraíso para unos pocos
La revolución comunista posibilitará la instauración de la dictadura del proletariado, exterminando a los reaccionarios, y según Rojas: “crear a aquellos hombres que son el puro bien encarnado”. (2013, p. 76). Resulta indudable que “la idea del borrón y cuenta nueva, la idea fundamental de Marx, la idea apocalíptica y mesiánica”, es la misma idea “que estuvo detrás de los delirios criminales de Lenin, Stalin, Pol Pot y Mao”, según el testimonio del converso y denunciante Ampuero. (2017, pp. 41 y 42).
Lo paradójico es que las ideas marxistas se esparcieron por Occidente y el mundo entre intelectuales, políticos y élites que no dudaron en hacer defensa de sus postulados y de las consecuencias del proceso y la inevitable lucha.
Nos queda la sensación que se encuentran con amnesia histórica y humana frente a los asesinatos masivos cada vez más documentados tras la caída del muro de Berlín y del “Imperio Soviético”. La batalla contra la hábil propaganda de izquierda recién comienza.
Hoy es imposible eludir el tema de los genocidios ejecutados por los herederos de Marx y la tragedia del comunismo en Europa y en el resto del mundo. No es menor que el papa y santo Juan Pablo II lo calificara de: “una ideología del mal”.
No debemos bajar la guardia ante el renacer y avance del marxismo, tácticamente han abandonado las fábricas para instalarse en los centros universitarios y en diversas reparticiones del Estado siguiendo la estrategia del caballo de Troya y del repliegue ante la pasividad del adversario de ayer y de hoy.
Mauricio Schiappacasse y Rodrigo Ojeda.
Profesores de Historia.