Sobre el ensayo de Russell Kirk
¿Qué significa ser Conservador?
Russell Kirk fue un destacado pensador conservador que se encargó de delinear unos principios claves que caracterizan la mentalidad conservadora. Estos principios reflejan una inclinación hacia la tradición, la estabilidad y la prudencia en la toma de decisiones políticas y sociales.
Russell Kirk (1918-1994) fue un publicista conservador que, sin haber formado parte de ninguna de las grandes universidades norteamericanas de su época, tuvo un impacto en el pensamiento conservador. Se sintió interesado por la Historia desde muy joven, de modo que se graduó en esta materia en el Michigan State College (1936-1940), obteniendo en 1941, en la Duke University de Durham, Carolina del Norte, la maestría en Artes más tarde en 1952 se doctoró en Letras en la universidad escocesa de Saint Andrews, y luego ejerció un papel de divulgador, especialmente durante los años de la Guerra Fría.
La implicación de Russell Kirk en la política fue realmente única. A pesar de su interés en educar e informar, Kirk rechazó asumir repetidamente cargos políticos. Aun así, brindó apoyo a políticos prominentes como Robert A. Taft, Barry M. Goldwater y Ronald Reagan, y actuó como asesor de manera no oficial para varios presidentes. Su influencia se expandió a través de sus escritos y discursos, impactando en la formulación de políticas y en la orientación ideológica de figuras políticas destacadas en su época.
De su ensayo ¿Qué significa ser conservador? cuyo prólogo y edición está a cargo de César Vidal en el que podemos reflexionar acerca del sentido de la existencia humana desde la perspectiva de este pensador conservador Russell Kirk. Acá algunas semblanzas del libro:
Kirk y la moral
La creencia de Russell Kirk en la existencia de un orden moral perdurable es fundamental en su concepción conservadora. Según Kirk, tanto individuos como naciones están sujetos a leyes morales que trascienden lo puramente humano, encontrando su origen en una sabiduría divina y en la justicia universal. Esta perspectiva refleja la influencia no solo de la tradición judeocristiana, sino también de pensadores clásicos como los griegos y romanos. Kirk sostiene que esta ley moral es superior a las culturas, previa a las religiones y de origen divino. Para Kirk, ignorar este principio conlleva la neutralización de incluso las instituciones políticas más sólidas, resaltando así la importancia de la moralidad en la organización social.
Aprender del pasado
La postura de Russell Kirk, en cuanto al conservador abrazando las costumbres, las convenciones y la continuidad, refleja su convicción en la importancia de tratar a la sociedad humana con respeto a su complejidad y su historia. Kirk argumenta en contra de abordar la sociedad como una máquina sujeta a cambios bruscos y mecánicos que podrían poner en riesgo el orden, la justicia y la libertad. Él enfatiza la necesidad de realizar cambios, cuando sean necesarios, de forma gradual y razonada para evitar perturbaciones innecesarias.
Para Kirk, el pasado representa una fuente invaluable de sabiduría que los conservadores deben apreciar y aprender. En lugar de adoptar una mentalidad de buscar la novedad por sí misma, Kirk destaca la importancia de extraer lecciones del pasado. Esta actitud hacia la sabiduría histórica permite a los conservadores nutrirse del legado cultural, religioso e histórico, utilizando esa riqueza para afrontar de manera prudente y sabia los desafíos contemporáneos. Por ello, Kirk apunta a la educación como un medio fundamental para preservar y transmitir esta sabiduría acumulada a lo largo.
Las normas
Russell Kirk destaca la importancia del principio normativo para los conservadores, señalando que las normas son esenciales para la convivencia armoniosa de la sociedad. Kirk sostiene que nuestras propias moralidades personales están sustentadas en un código de normas que han existido desde tiempos remotos. Estas normas han sido forjadas a lo largo de la historia y representan una sabiduría colectiva que trasciende las opiniones individuales. En este sentido, Kirk enfatiza que es crucial prestar atención y respetar estas normas establecidas, ya que forman parte de una sabiduría acumulada por la humanidad a lo largo del tiempo y son fundamentales para mantener la convivencia.
El principio de la prudencia
Russell Kirk enfatiza que los conservadores se rigen por el principio de la prudencia en su actuar político y social. Este principio, también destacado por figuras como Platón o Burke, pone de relieve la importancia de la reflexión y la cautela en la toma de decisiones. Kirk hace referencia a la frase de John Randolph de Roanoke que compara la velocidad de la Providencia con la del Diablo para ilustrar la necesidad de actuar de manera pausada y meditada.
En lugar de buscar resultados inmediatos y popularidad, Kirk sugiere que es esencial reflexionar a fondo antes de implementar cambios significativos. Esta filosofía considera que reformas repentinas y agresivas pueden ser tan peligrosas como una cirugía brusca e inesperada, lo que subraya la importancia de la prudencia y el análisis cuidadoso en la política y en la toma de decisiones.
La diversidad no es solo para los posmodernos
El autor sostiene que los conservadores valoran el principio de la diversidad y advierten contra cualquier intento de imponer uniformidad en la sociedad. Para Kirk, los únicos tipos de igualdad legítima son aquellos ante la ley y ante un juicio justo. Cualquier intento de nivelar a la sociedad de manera forzada, según Kirk, conduce inevitablemente al estancamiento social y al menoscabo de la libertad individual. Respetar y celebrar la diversidad en todos los aspectos es fundamental para la dinámica y el progreso saludable de una sociedad, según la perspectiva conservadora de Kirk.
Nada de utopías
Se destaca que los conservadores, influenciados por interpretaciones puritanas de la Biblia y por una visión histórica, reconocen la imperfección inherente en la naturaleza humana. Basados en esta premisa, los conservadores entienden que la creación de un orden político perfecto es una empresa utópica y, en última instancia, irrealizable. Kirk advierte que buscar la utopía es un camino hacia el desastre, ya que la humanidad no ha sido diseñada para la persona.
En cambio, Kirk propone que debemos aspirar a vivir en sociedades que sean tolerablemente organizadas, justas y libres, reconociendo las limitaciones y fallas inevitables de los seres humanos. Según Kirk, aquellos que persiguen utopías han contribuido a convertir parte del siglo XX en un “infierno en la tierra”, lo que subraya la importancia de abrazar la imperfectibilidad humana y trabajar dentro de los límites humanos.
Propiedad y Libertad
Russell Kirk y los conservadores sostienen la idea de que la propiedad y la libertad están intrínsecamente vinculadas. Según Kirk, las bases de las grandes civilizaciones han sido construidas sobre el principio de la propiedad privada. En ese sentido, el igualitarismo económico no se equipara al progreso económico, e incluso puede ser incompatible con este último. Este principio, enraizado en las concepciones puritanas y posteriormente adoptado por el liberalismo y pensadores conservadores como Solzhenitsyn, resalta la propiedad privada como un pilar fundamental para la preservación de la libertad individual.
Para los conservadores, cualquier intento de socavar la propiedad privada implica una restricción de la libertad. De esta manera, los esfuerzos igualitarios propios del socialismo son vistos como contrarios al progreso, ya que socavarían los mismos cimientos de la libertad individual. En esta visión, la defensa de la propiedad privada es crucial para garantizar la libertad y el bienestar del ser humano.
Negativa ante las imposiciones
El conservadurismo respalda el concepto de comunidades que se forman de manera voluntaria y basada en el consentimiento de sus miembros, al mismo tiempo que se oponen al colectivismo impuesto de manera coercitiva. Kirk, influenciado por la activa sociedad civil estadounidense, reconocía la importancia vital de diversas instituciones locales y voluntarias, como iglesias y asociaciones de voluntarios.
Desde la perspectiva conservadora, el apoyo a estas comunidades voluntarias no implica un aislamiento egoísta, sino un compromiso altruista con el bienestar colectivo. Esta visión contrasta con el colectivismo impuesto desde arriba, donde la voluntad y libertad de los individuos son sacrificadas en favor de los intereses políticos. En otras palabras, los conservadores abogan por el fortalecimiento de las comunidades voluntarias como medio para fomentar la solidaridad y el bien común, en contraposición a las imposiciones colectivistas.
El poder y las pasiones humanas deben tener límites
Es importante reconocer la necesidad de poner límites prudentes al poder y a las pasiones humanas. Para Kirk, el poder es intrínsecamente peligroso y, por lo tanto, un buen estado es aquel en el que el poder se encuentra controlado, equilibrado y restringido por constituciones y costumbres sensatas. Este principio encuentra sus raíces en las ideas de la Reforma del siglo XVI, que fue mantenida por los puritanos y plasmada en la Constitución de los Estados Unidos. A su vez, fue negada por los revolucionarios franceses y rusos.
Desde la perspectiva conservadora, el poder tiende naturalmente hacia la tiranía si no se controla y se somete a mecanismos de equilibrio. Por lo tanto, es fundamental frenar el poder para proteger la libertad de la sociedad en su conjunto. Kirk sostiene que la limitación y el control del poder son esenciales para evitar que este pueda ser utilizado de manera desmedida y amenazada la libertad de la sociedad.
Mantener un equilibrio en la sociedad
Con entendimiento los conservadores reconocen que una sociedad vigorosa requiere equilibrar y armonizar tanto lo permanente como lo mutable. A diferencia de la percepción común, los conservadores no se oponen a las mejoras sociales; sin embargo, son conscientes de que el progreso descontrolado puede poner en peligro la estabilidad y continuidad de una sociedad.
Los conservadores entienden que el cambio es necesario para el desarrollo de la sociedad, pero este debe ser implementado con prudencia y sensatez, considerando cuidadosamente las posibles consecuencias. Para que las reformas sean beneficiosas, es fundamental actuar de manera gradual y reflexiva, manteniendo un equilibrio entre la necesidad de progreso y la preservación de los valores tradicionales y fundamentales de la sociedad. De esta manera, los conservadores promueven un enfoque moderado y cuidadoso hacia el cambio, reconociendo la importancia de preservar lo que es valioso y al mismo tiempo adoptar mejor los cambios de manera paulatina.