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Seis meses: crueldad, sororidad y genocidio

Seis meses: crueldad, sororidad y genocidio

Seis meses: crueldad, sororidad y genocidio

Ya van seis meses de aquel 7 de octubre (7O), desde el atentado e infierno en la tierra perpetrado por Hamas, cuyo único objetivo es borrar del mapa a sus vecinos, más allá de los contextos históricos. Esa ofensiva terrorista significó la muerte de al menos mil doscientas personas en territorio israelí (mayormente civiles desarmados), además de heridos y rehenes; una marca imborrable para un pueblo que sabe de sufrimientos y de levantarse desde las cenizas.

¿Qué es Hamas?

Es un movimiento terrorista (uso de la violencia en contra de civiles). Un grupo político y armado con ribetes: nacionalista, islamista y yihadista. Desde hace más de una década tomó el control político en la Franja de Gaza a cargo de más de dos millones de habitantes. La causa y objetivo de Hamas pasa exclusivamente por: hacer desaparecer y prevalecer. Es decir, la eliminación de Israel y consolidación de Palestina en la región. La tensión en oriente va en aumento, llamativa y mediáticamente los cuestionamientos recaen en el agredido a sangre fría en el fatídico: 7O.

Hamas ha logrado victimizarse y rodearse de aliados sombríos: Irán, Turquía, Hezbollah y otras facciones palestinas del “eje de resistencia” ante el enemigo en común: Israel. Los aliados mencionados apoyan a los líderes de Gaza con financiamientos, armas y entrenamientos a milicianos. Desde otras zonas del mundo llamativamente también surgen apoyos a la causa de Hamas, incluida nuestra franja al sur del mundo.

El Partido Comunista no ha ocultado su simpatía y el presidente Boric rápidamente empezó a acusar a Israel de todos los males del medio oriente. Las marchas de colectivos radicales (alejados del sentido común) condenan sin matices al agredido y lo convierten en agresor con alusiones a sus padecimientos durante la Segunda Guerra Mundial, están a un paso de levantar ese panfleto que negaba el holocausto (la ignorancia hoy es un argumento).

Sobre la crueldad del 7O, cabe recordar una y otra vez (lo que no se recuerda se olvida) que los terroristas mataron y disfrutaron la matanza de civiles desarmados. Dicho ataque ha sido calificado de: salvaje, siniestro, cruel, bestial e inhumano tras las imágenes de vejaciones con cuerpos y rehenes exhibidos a modo de trofeo de guerra. Desde ese primer minuto cada habitante de Israel sufre al recordar y comparte que la respuesta militar sea ejemplar junto con rescatar a cada rehén. El domo de hierro no deja de sonar y de recordar la tragedia que ya cumplió seis meses.

Sobre la sororidad, entendida como solidaridad entre mujeres y peticiones de libertades e igualdades; llama poderosamente la atención que, desde nuestro rincón al fin del mundo, distintas marchas feministas levantan banderas palestinas y puños con repudios a Israel, olvidan selectivamente que Hamas gobierna desde un enfoque y ley: “machista y patriarcal” a la inversa de las libertades garantizadas con las que cuentan las mujeres en Israel.

En Gaza, la mujer no está en igualdad de condiciones en el matrimonio, ni hablar del uso de velos obligatorios en los lugares públicos, hasta la prohibición de conducir motos. Los pañuelos de turno y los puños en alto de las marchas no solidarizan con Israel, en tanto, silencian el trato legal y doméstico que padecen las mujeres no solo en Gaza.

Sobre el genocidio, consta de dos elementos reconocibles y sancionables: los actos perpetrados (físico) y la intención (mental) sobre un grupo o miembros, es decir, un ataque deliberado con consecuencias mortales, lesiones físicas y mentales, o un sometimiento y traslado forzado tras motivaciones que conducen a atacar a un grupo nacional, étnico, racial o religioso en tiempos de guerra o paz.

Las izquierdas del mundo rápidamente han levantado banderas y sus puños acusando a Israel de genocidio, junto con victimizar al grupo terrorista e islamista, olvidando que Hamas no es Palestina ni concita el apoyo de la amplia comunidad del oriente medio ni del mundo libre.

Entonces, si se acusa livianamente a Israel de genocidio: ¿Por qué no se acusa a Hamas? Este no es un llamado al empate, más bien, a la aplicación sensata respecto de la Convención que trata sobre dicho concepto, su prevención y sus sanciones como delitos: ¿alguien cree que Israel no entiende de genocidio? ¿Puede el comunismo acusar a otros de genocidio sin sonrojarse?

Algunos países han acusado formalmente ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) a Israel tras sus incursiones y operaciones en Gaza. La CIJ por el momento ha pedido al agredido por Hamas que realice esfuerzos en pos de “evitar más muertes y daños”, junto con presentar un informe respecto de las medidas abordadas por Israel.

El ejército formal lleva a cabo una guerra según las reglas vigentes, una operación compleja, una guerra urbana que requiere de planes sofisticados ante un escenario adverso, ya que las milicias de Hamas no usan uniformes, son capaces de ocultarse detrás de civiles, edificios públicos y redes subterráneas con fines tácticos. Hamas a diferencia de Israel no se apega a las reglas de combate ni a las Convenciones existentes, para ellos los rehenes en su poder son fichas intercambiables y de chantaje dentro un tablero que ellos mismos decidieron patear ese 7 de octubre de 2023.

Lamentablemente una parte de Chile y del gobierno de turno nos han arrastrado a un conflicto totalmente ajeno y lejano a nuestras fronteras, evidenciando una hostilidad ya no casual hacia Israel, y una falta de empatía con lo sucedido el 7O.

Al parecer el sufrimiento de la otra franja nubla a nuestras autoridades en un tablero ideológico sin considerar que nuestra franja no lo pasa del todo bien en materias sensibles para la población más modesta en educación, salud, e inseguridad.

Desde mi punto de vista de tanto preocuparse por Gaza han descuidado la casa. Difícilmente el alto al fuego del conflicto pase por la intervención chilena y menos sin la colaboración real por parte de Hamas. Parafraseando al Presidente Boric: necesitamos menos Gaza y más Chile, aunque de seguro él nos diría en tono poético: menos estrella de David y más estrella solitaria.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia y Ciencias Sociales

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