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Tiempos violentos: peligros para la sociedad

Chile vive tiempos violentos en sus calles, poblaciones y comunas

Tiempos violentos: peligros para la sociedad

Tiempos violentos: peligros para la sociedad

Atrás queda esa película de culto de los años noventa con asesinos a sueldo; hoy la realidad supera guiones a pesar de que la autoridad y sus voceros no comprenden ni sufren los peligros, para ellos estamos mejor que ayer.

Chile vive tiempos violentos en sus calles, poblaciones y comunas. Hay sectores azotados y asustados al punto de solicitar presencia militar pidiendo: “militares a la calle”, otros los quieren en el cuartel con canción incluida, ya que cuentan con escoltas y operativos 24/7 de seguridad. O simplemente viven en comunas que representan pequeños feudos y oasis de seguridad. Los peligros para la sociedad son reales, veamos algunos ejemplos:

Incendios

El verano reciente quedó marcado fatal y violentamente por el fuego. Los incendios en Viña del Mar y sus alrededores dejaron daños humanos y materiales, dejó heridos, muertos y desaparecidos. Hoy, los afectados se sienten solos e incomprendidos en sus urgencias, salvo por el sobrevuelo de un helicóptero y un avión en los atardeceres en los cerros; los cuales aún se mantienen a oscuras por falta de luminarias y en campamentos improvisados.

Todo lo sucedido sorprende ante la ausencia de: planes de prevención y emergencia, políticas de mitigación, autoridades locales y nacionales a la altura de la emergencia más allá de lo discursivo y reactivo. Los cerros fueron violentados ante la indolencia de autoridades que saturaron sus redes sociales con frases grandilocuentes tratando de instalar un relato de “cuidados” sabiendo que la gente olvida rápido. Durante los incendios en su rol de autoridad fueron un peligro para la sociedad al no prevenir ni actuar rápidamente.  

La tragedia recién empieza, más allá de lo cuantitativo la reconstrucción será lenta y dolorosa, el temor real es que los cerros queden en el olvido y en frases: “no los dejaremos solos”. El Estado tiene ritmos y burocracias propias por sobre las necesidades reales de las personas afectadas. Las desconfianzas y molestias en los sectores siniestrados son ciertas.

Charlas indecorosas

Durante la semana conocimos una situación francamente abusiva y de manipulación mediante manías y posibles obsesiones de charlistas. El propio ministro Cataldo señaló indignación con lo sucedido en Arica tras una instancia de adoctrinamiento por parte de adultos abusivos ante niños desprovistos. Los charlistas recurrieron a situaciones indignas, propias de una agenda enfermiza por sexualizar absolutamente todo, no respetando el pudor ni la esfera privada de cada niño, omitiendo que la sexualidad no es solo corporal, material ni exclusivamente vinculada al placer en la dimensión humana.

Lo sexual es un aprendizaje que requiere del consentimiento y acompañamiento de los padres y apoderados, junto con respetar las etapas de desarrollo de los escolares, las lecciones en temas de sexualidad no pasan por los fetiches de ideólogos del placer infinito; las cifras indican dolorosamente un alza en las victimas de vulneración de la esfera sexual intrahogar, por lo tanto, los énfasis de las familias y de las comunidades pasan por contar con políticas públicas de prevención, contención y de reparación de los niños.

La esfera privada de los menores no es un juego, de nada sirve decir majaderamente que los niños son el futuro si no los cuidamos de ciertos adultos y charlistas radicales, esos que muchas veces nos dicen que no opinemos de cuerpos ajenos ni de diversidades, pero no son capaces de cuidar la infancia sobreponiendo un adulto centrismo inentendible ni tolerable, todos ellos hoy francamente son un peligro para la sociedad y los niños.

Filtraciones

Durante la misma semana presenciamos una paradoja, un investigador policial comenzó a ser investigado y formalizado mediáticamente, es nada menos que el jefe máximo de la PDI, una señal peligrosa de descomposición generalizada de más de una institución del Estado, dicho en simple: una manzana podrida en un cajón clave en la toma de decisiones policiales y de justicia. Una pésima señal en tiempos de desconfianza e inseguridad. Ese jefe policial no encontró nada mejor que filtrar información a un connotado y tramposo abogado con redes transversales y de pasado comunista. Abogado que hoy se mantiene en una llamativa clandestinidad 2.0 sin poder culpar a Pinochet de lo sucedido.

Volviendo al PDI, hay otro hecho que también irrita, el jerarca policial no encontró nada mejor que vivir en una mansión con un arriendo superior a cuatro millones de pesos mensuales. Francamente descabellado; el cajón de manzanas más caro del mundo y podrido, una cifra lejana a cualquier comprensión en tiempos de deudas y de cifras que agobian el ahorro y el consumo de cientos de personas. Lo llamativo es que nadie se indigna ni marcha, pero ese es tema de otra columna (los marchantes silentes). Ese monto de arriendo, las filtraciones y el investigador asociado al excomunista Hermosilla son un peligro para la sociedad.

Los ejemplos mencionados son relativamente recientes, pero hay otras situaciones violentas de arrastre que ya se han normalizado en portadas, noticias, radios y redes sociales, recordemos algunos: Los constantes ataques terroristas en la Araucanía y sus alrededores (ya nadie le dice Wallmapu); los problemas en la frontera norte con cientos de ingresos irregulares sin respeto por las leyes y sus efectos no deseados en las comunidades del norte (ya no repiten majaderamente que migrar es un derecho humano). Los mediáticos desalojos en comunas emblemáticas tras la toma de espacios públicos y privados ajenos a las buenas costumbres, espacios proclives a focos de consumo de drogas y otros ilícitos (desalojos que inicialmente fueron criticados por los alcaldes y el gobierno al ser ejecutados por el floridano Carter).  

Ni hablar de los asesinatos diarios, acribillados, extorsiones, asaltos, sicariatos y el campante crimen organizado. Hoy la realidad supera con creces la ficción ante la violencia que azota nuestras tierras al suroeste del mundo.

Todo lo anterior, desde lo conceptual a los hechos marcan tiempos violentos y peligrosos para la sociedad que al parecer llegaron para quedarse, porque el gobierno nos dice que estamos mejor que ayer; yo al menos sigo considerando al octubrismo fundante un peligro y la cuna ardiente de la coalición gobernante de comunistas y frente amplistas, un pacto que no da gobernabilidad ni seguridad a la sociedad actual.

Y aún quedan dos años de tiempos violentos.

Rodrigo Ojeda – Profesor de Historia

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